La reparación de mielomeningocele, la forma más común de espina bífida, ya en el útero reduce el riesgo de muerte fetal o neonatal y también la necesidad de una derivación a la edad de 1 año y además mejora sustancialmente los resultados neurológicos y motrices. Sin embargo, esta práctica no está exenta de riesgos maternos y fetales. Estos son los resultados del Management of Myelomeningocele Study (MOMS), que se han publicado en la revista The New England Journal of Medicine.
El 15% de las mujeres examinadas fueron asignadas al azar a una cirugía prenatal entre las 19 a 26 semanas de gestación, seguido de un parto por cesárea a las 37 semanas, o a una cirugía después del parto, generalmente dentro de 24 horas después de una cesárea en la semana 37 de gestación.
La muerte fetal o neonatal, o la necesidad de una derivación de líquido cefalorraquídeo a los 12 meses, se produjo en el 68% de los niños del grupo de cirugía prenatal frente a 98% en el grupo de cirugía posnatal, una reducción del riesgo relativo del 30%.