El dolor crónico, aquel que dura más de seis meses, es un problema para numerosas personas, pero algunas parecen soportarlo mejor que otras y saber cómo funcionan estos mecanismos de resiliencia podría ayudar a desarrollar nuevas formas de tratar el dolor crónico.
Desde hace tiempo se sabe que en el cerebro existen receptores que responden a los opioides calmantes naturales, como las endorfinas, pero una nueva investigación ha demostrado ahora que estos receptores pueden aumentar de número para ayudar a afrontar el dolor fuerte y de larga duración. Aplicando calor a la piel mediante un estimulador láser, los científicos mostraron que cuanto más receptores opioides existen en el cerebro, mayor es la capacidad de soportar el dolor.
Esto sugiere que el aumento de receptores opioides en el cerebro constituye una respuesta de adaptación al dolor crónico, lo que plantea la posibilidad de que algunos tratamientos sencillos puedan promover y reforzar este proceso natural, o que sea posible diseñar moléculas inteligentes para lograr un efecto parecido.
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