Un estudio ha evidenciado de nuevo que unas conductas saludables en la mediana edad dan beneficios cuando se envejece, reduciendo el riesgo de enfermedades cardiovasculares e ictus.
Los investigadores analizaron datos de 1999 a 2009 correspondientes al Cooper Center Longitudinal Study y realizaron pruebas con cintas caminadoras para medir la capacidad de ejercicio del corazón y los pulmones de 19.815 participantes de 45 a 49 años. Encontraron que aquellos individuos con una mejor forma física tenían un riesgo de ictus a los 65 años un 37% más bajo, en comparación con aquellos que estaban en peor forma física. El efecto protector de la condición física se mantuvo incluso después de que los investigadores tomaran en cuenta factores de riesgo de ictus como hipertensión arterial, diabetes mellitus tipo 2 y fibrilación auricular. El efecto de la dieta no se evaluó.
Otros estudios han mostrado que la actividad física, incluso entre los individuos mayores, además de reducir el riesgo de ictus, se puede asociar con menos ictus silentes y un menor deterioro cognitivo.
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