Introducción Se cree que el sueño ejerce efectos beneficiosos sobre el sistema inmune. También hay evidencias firmes de que el sueño y los ritmos circadianos determinan cambios en el estado del sistema inmune. Recíprocamente, cuando el sistema inmune está afectado por una agresión externa, el sueño sufre importantes modificaciones.
Desarrollo Se presentan algunos de los datos que soportan las observaciones anteriores. De estas interrelaciones algunos autores consideran que una de las funciones del sueño es mantener las defensas inmunes. Sin embargo, una gran parte de las interacciones entre sueño y sistema inmune puede estar determinada por el estrés que se produce, tanto cuando el sueño está perturbado, como cuando el organismo sufre una agresión que determina una activación de las defensas inmunitarias. Además, la evidencia epidemiológica muestra que la esperanza de vida sufre muy pocos cambios en las personas que duermen más o menos que la mayoría de la población.