Objetivo La introducción de la toxina botulínica en el tratamiento de la espasticidad en niños ha supuesto un avance significativo y se considera el tratamiento de elección en la espasticidad focal. Para conseguir la optimización de este recurso terapéutico, un grupo de neurólogos y rehabilitadores españoles ha elaborado esta guía terapéutica basada en las evidencias disponibles sobre su uso e indicaciones y su propia experiencia.
Desarrollo La espasticidad en la infancia se produce principalmente por la parálisis cerebral infantil. Su evolución natural no es buena por el efecto negativo del crecimiento, y conviene tratarla antes de que aparezcan deformidades osteoarticulares fijas. El tratamiento con toxina botulínica disminuye la hiperactividad y el tono muscular, y permite el crecimiento longitudinal del músculo, lo que evita las contracturas fijas. Las ventajas de la toxina botulínica son evidentes (facilidad de uso y dosificación, larga duración de efecto, reversibilidad en caso de respuesta inadecuada...) y superan ampliamente sus escasos inconvenientes. Para su utilización es necesaria una buena selección de los pacientes, de los objetivos de tratamiento y de las áreas musculares a tratar, y desarrollar conjuntamente un plan de rehabilitación personalizado. La creciente experiencia sugiere que su administración precoz es eficaz para evitar o reducir las graves complicaciones de la espasticidad.