Original

Meningitis víricas neonatales. Importancia de la reacción en cadena de la polimerasa en su diagnóstico

C. Marcilla-Vázquez, A. Martínez-Gutiérrez, M.C. Carrascosa-Romero, M. Baquero-Cano, B. Alfaro-Ponce [REV NEUROL 2018;67:484-490] PMID: 30536362 DOI: https://doi.org/10.33588/rn.6712.2018203 OPEN ACCESS
Volumen 67 | Número 12 | Nº de lecturas del artículo 23.781 | Nº de descargas del PDF 272 | Fecha de publicación del artículo 16/12/2018
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RESUMEN Artículo en español English version
Introducción Las meningitis víricas representan una entidad relativamente frecuente en los recién nacidos, aunque en muchos casos infradiagnosticadas, ante la ausencia de pleocitosis en el líquido cefalorraquídeo (LCR).

Objetivos Describir las características clínicas y los hallazgos de laboratorio de neonatos con meningitis víricas y destacar la importancia de la reacción en cadena de la polimerasa (PCR) en el LCR para diagnosticar esta patología.

Pacientes y métodos Revisión retrospectiva de historias clínicas de neonatos ingresados en la sección de neonatología diagnosticados de meningitis vírica entre mayo de 2014 y mayo de 2017.

Resultados Se registraron 17 casos de meningitis vírica (15 causadas por enterovirus y dos por parechovirus), que constituyen el 14,8% de los neonatos ingresados por síndrome febril. Todos manifestaron fiebre (100%), y otros síntomas destacados fueron irritabilidad (76%) y rechazo de la ingesta (65%). El 88% cursó con celularidad normal en el LCR y sin hiperproteinorraquia, y el 100%, sin hipoglucorraquia, por lo que previamente muchos de estos niños quedaban con el diagnóstico de síndrome febril sin foco. Estos datos resaltan la necesidad de realizar la PCR en el LCR a neonatos con fiebre sin foco, debido a la normalidad de las pruebas complementarias en la mayoría de los casos. El 64,7% de los niños recibió seguimiento neurológico posterior en consulta de neurología, sin objetivarse secuelas neurológicas, salvo en uno de ellos.

Conclusiones La PCR múltiple en el LCR se ha convertido en una técnica diagnóstica imprescindible en el recién nacido con sospecha de infección y sustituye al cultivo viral como prueba de referencia por su mayor rapidez y sensibilidad.
Palabras claveEnterovirusLíquido cefalorraquídeoMeningitisNeonatoParechovirusPleocitosis CategoriasInfecciones
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Introducción


La meningitis vírica es una enfermedad relativamente frecuente en pediatría con incidencia en el período neonatal muy superior a la existente en cualquier otro momento de la vida [1]. Dentro de las meningitis víricas, las causadas por enterovirus suponen hasta el 80% de las meningitis virales con agente etiológico identificado [1-3]. Otro patógeno con una implicación significativa es el parechovirus, especialmente el tipo 3, que representa una causa importante de infección de sistema nervioso central en el neonato. Ambos son virus ARN, pertenecientes a la familia de los Picornaviridae [4-6]. En nuestro medio, la mayoría de los casos se producen en meses cálidos, entre el final de la primavera y el inicio del otoño [1,7,8].

Pese a que habitualmente el cuadro clínico es leve y autolimitado, la clínica de las infecciones neonatales causadas por enterovirus y parechovirus varía ampliamente, desde infecciones febriles banales hasta cuadros con afectación multisistémica potencialmente letales, incluyendo meningitis, meningoencefalitis y miocarditis [1,5,9].

A pesar del curso benigno, la mayoría de los neonatos suelen precisar ingreso hospitalario y, con frecuencia, se les administra tratamiento antibiótico empírico de amplio espectro por vía intravenosa hasta poder descartar una causa bacteriana. Además, pueden originar secuelas neurológicas a largo plazo [3,5].

Se trata de una patología infradiagnosticada en nuestro medio ante la normalidad de pruebas complementarias en la sangre y del análisis citobioquímico del líquido cefalorraquídeo (LCR) –ausencia de pleocitosis y valores normales de glucosa y proteínas– en la práctica totalidad de los casos [1,2,9,10]. Hasta hace poco, el método diagnóstico de elección era la identificación del virus mediante su cultivo, pero actualmente la reacción en cadena de la polimerasa (PCR) se ha convertido en la prueba de referencia, desplazando al cultivo viral por su mayor rapidez y sensibilidad [5,6].

El objetivo del estudio es describir las características clínicas y epidemiológicas, y los hallazgos de laboratorio de neonatos con meningitis víricas y destacar la importancia de la PCR en el LCR para diagnosticar esta patología.
 

Pacientes y métodos


Se llevó a cabo un estudio retrospectivo en la Sección de Neonatología del Complejo Hospitalario Universitario de Albacete, mediante la revisión de historias clínicas de los neonatos ingresados entre mayo de 2014 y mayo de 2017 con el diagnóstico de meningitis vírica.

Se incluyó en el estudio a todos los neonatos que ingresaron durante este período por fiebre sin foco, definiendo ésta como temperatura axilar superior a 37,9 °C, sin causa aparente tras la exploración física completa y el análisis de laboratorio (según el protocolo diagnóstico de fiebre sin foco de nuestro hospital: hemograma y reactantes de fase aguda, como proteína C reactiva o procalcitonina, sedimento de orina, urocultivo, hemocultivos y análisis del LCR, incluyendo citobioquímica, Gram, cultivo y, desde junio de 2016, PCR múltiple en el LCR). Posteriormente se comparó el porcentaje de neonatos en los que todas las pruebas complementarias resultaron normales y quedaban con el diagnóstico final de síndrome febril de origen no filiado, antes y después de la introducción de esta técnica y, del mismo modo, el porcentaje de casos de meningitis vírica pre y posprueba.

La introducción en este centro de la técnica de PCR múltiple en el líquido cefalorraquídeo (Film­Array ® BioMérieux para meningitis-encefalitis FA-ME) tuvo lugar en junio de 2016 y permite testar los siguientes patógenos: citomegalovirus, enterovirus, virus del herpes simple 1 y 2, virus del herpes humano 6, parechovirus y virus de la varicela zóster, Escherichia coli K1, Haemophilus influenzae, Listeria monocytogenes, Neisseria meningitidis, Strep­tococcus agalactiae, Streptococcus pneumoniae, Cryp­tococcus neoformans y C. gattii. Previamente a esta fecha, sólo se diagnosticaban las meningitis víricas mediante PCR de muestras enviadas a laboratorio externo y, desde noviembre de 2014, mediante una PCR simple disponible en nuestro centro para las meningitis causadas por virus de herpes simple 1 y 2, virus de la varicela zóster (técnica R-gene, Argene) y enterovirus (técnica Gene­Xpert, Cepheid). Esta nueva técnica permite la identificación rápida y simultánea de los agentes infecciosos más frecuentes en la meningoencefalitis, ofrece una detección de hasta 14 microorganismos y proporciona los resultados en una hora.

Se consideró el diagnóstico de meningitis aséptica cuando existía clínica compatible (fiebre, irritabilidad, rechazo de la ingesta y abombamiento de la fontanela) o pleocitosis mayor de 30 células/mm3 en los neonatos, con cultivo del LCR negativo para bacterias. El diagnóstico de meningitis vírica se realizó mediante la identificación del virus en muestras remitidas a laboratorios de microbiología. El diagnóstico de encefalitis se realizó con la presentación clínica de disminución del nivel de conciencia, con otros síntomas de afectación neurológica, sin precisar necesariamente la presencia de pleocitosis en el LCR ni otros estudios complementarios, como la alteración en pruebas de imagen o alteraciones en el electroencefalograma, aunque pueden servir para apoyar el diagnóstico. La meningoencefalitis se consideró en caso de compartir datos clínicos de meningitis y encefalitis.

Para el estudio epidemiológico se analizaron las siguientes variables: sexo, días de vida en el momento del diagnóstico, clínica presentada (en el ingreso y durante su estancia), incluyendo fiebre, exantema, irritabilidad, rechazo de la ingesta, síntomas gastrointestinales o respiratorios. Entre los datos de laboratorio se estudiaron los valores del hemograma, la proteína C reactiva y del LCR (citobioquímica, Gram, cultivo y PCR múltiple).
 

Resultados


El Complejo Hospitalario Universitario de Albacete es un centro de tercer nivel perteneciente al Servicio Español de Salud de Castilla-La Mancha. Constituye el centro de referencia para una población total de 271.521 habitantes, de los cuales 37.061 son menores de 15 años, y con un número total de recién nacidos de 7.955 durante este período de estudio (tres años). En este tiempo, 115 neonatos ingresaron por síndrome febril, y se registraron 17 casos de meningitis vírica, lo que supone un 14,8% del total de neonatos ingresados por fiebre. La prevalencia de meningitis aséptica neonatal fue de 2,14 casos por cada 1.000 recién nacidos vivos, con una ta­sa de incidencia de 6,26 casos por 100.000 habitantes.

Todos ellos fueron ingresados en el servicio de neonatología y ninguno de ellos requirió ingreso en la unidad de cuidados intensivos. No se hallaron diferencias en la incidencia respecto al sexo (nueve mujeres y ocho varones). La media de edad fue de 17,76 días (rango: 5-30 días) (Fig. 1). En dos niños destacaba la prematuridad como factor de riesgo (12%), uno de ellos prematuro extremo de 24 + 3 semanas de edad gestacional, que presentó meningitis viral durante su ingreso. En los 16 casos restantes, el inicio de la clínica tuvo lugar en el domicilio.

 

Figura 1. Distribución por edad de los casos de meningitis vírica.






 

La distribución fue homogénea a lo largo de todo el año (Fig. 2). La incidencia fue mayor en los años 2016 y 2017, debido, en parte, a la mayor detección de estos virus desde la introducción de la PCR múltiple como prueba complementaria adicional. Antes de la instauración de esta técnica en nuestro hospital, hasta un 32% de los neonatos ingresados por fiebre quedaban sin diagnosticar (diagnóstico definitivo de síndrome febril de etiología desconocida), tras resultar normal todas las pruebas complementarias realizadas. Desde junio de 2016 (momento en que se empezó a realizar la PCR múltiple en nuestro centro), dicho porcentaje descendió a un 13,9%, mientras el de meningitis víricas diagnosticadas en este centro se duplicó, aumentando del 13% al 28,7%. Previamente a la introducción de esta técnica, el diagnóstico se realizaba mediante muestras enviadas a laboratorio externo en neonatos con sospecha clínica. El empleo de técnicas moleculares en el LCR en todo neonato ingresado por fiebre y en el que se realiza punción lumbar, ha permitido aumentar el diagnóstico de meningitis vírica con una diferencia estadísticamente significativa (p = 0,03 de Cochran-Mantel-Haenszel).

 

Figura 2. Distribución mensual de los casos de meningitis vírica.






 

Todos cursaron con una fiebre igual o superior a 38 °C (100%), con una media de 38,6 °C (rango: 38-40,1 °C) y una duración media de la fiebre de 2,5 días. Otros síntomas destacados fueron la irritabilidad (76%) y el rechazo de la ingesta (65%). Durante la evolución del cuadro de los neonatos con meningitis por enterovirus, ocho presentaron clínica gastrointestinal (vómitos o diarrea; 47%), y siete, exantema macular generalizado (41%). Ningún neonato afectado de meningitis por parechovirus presentó exantema ni alteración gastrointestinal (Tabla I).

 

Tabla I. Características clínicas de los neonatos diagnosticados de meningitis vírica.
 

Caso 1

Caso 2

Caso 3

Caso 4

Caso 5

Caso 6

Caso 7

Caso 8

Caso 9

Caso 10

Caso 11

Caso 12

Caso 13

Caso 14

Caso 15

Caso 16

Caso 17


Edad (días)

23

28

12

5

10

25

17

22

21

17

5

26

6

26

15

27

17


Sexo

Varón

Varón

Mujer

Varón

Varón

Mujer

Mujer

Varón

Mujer

Mujer

Mujer

Varón

Varón

Mujer

Mujer

Varón

Mujer


Fiebre (°C)

38

38,4

38

39

38

38,5

38

39

38,2

38

38

39

40,1

38,8

38,6

38,5

39,5


Irritabilidad




No


No





No





No



Rechazo de
la ingesta

No


No



No




No

No




No




Vómitos

No


No

No

No


No

No

No


No


No

No

No

No

No


Diarrea

No

No

No


No


No

No

No



No

No


No


No


Exantema


No


No

No

No


No

No


No


No


No


No


Respiratorio

No

No

No

No

No

No

No


No

No

No


No

No

No

No

No


 

La mayoría de los pacientes cursó con valores de leucocitos y neutrófilos en la sangre en un rango normal (88%, cifra de leucocitos normal, y 82% de neutrófilos). Los dos neonatos con alteración en el número de leucocitos presentaron leucopenia (cifras de 4.140 y 4.990 células/mm3). La cifra media de leucocitos fue de 9.088 células/mm3 (rango: 4.140-14.720 células/mm3) (Tabla II). Por su parte, entre los tres neonatos con alteración en la cifra de neutrófilos (18%), dos tenían neutrofilia (8.800 y 9.340 células/mm3), y uno, neutropenia (910 células/mm3); la cifra media de neutrófilos fue de 4.406 células/mm3 (rango: 910-9.340 células/mm3). Los valores de la proteína C reactiva fueron normales en el 71% de los casos (< 10 mg/L).

 

Tabla II. Datos de laboratorio de los neonatos diagnosticados de meningitis vírica.
 

Caso 1

Caso 2

Caso 3

Caso 4

Caso 5

Caso 6

Caso 7

Caso 8

Caso 9

Caso 10

Caso 11

Caso 12

Caso 13

Caso 14

Caso 15

Caso 16

Caso 17


Proteína C reactiva (mg/L)

43,7

3

6,9

22

1,6

1,1

8,7

25,3

7,2

5,6

26,8

5

1,3

14,8

2,7

1,1

4,6


Leucocitos (cel./mm3)

7.220

4.990

9.740

12.370

8.850

11.870

14.720

7.470

7.000

8.760

10.930

14.680

8.020

9.400

4.140

6.200

8.130


Neutrófilos (cel./mm3)

4.660

3.130

2.130

8.800

2.500

5.200

5.150

3.610

4.320

4.020

5.020

9.340

5.120

4.730

910

2.160

4.110


Hemocultivo

N

N

N

N

N

N

N

N

N

N

N

N

N

N

N

N

N


Leucocitos en LCR (cel./mm3)

127

4

2

1

4

1

3

5

10

4

10

35

1

5

3

4

5


Proteínas en LCR (mg/dL)

180

90

44

90

61

56

47

47

62

32

54

172

48

31

43

49

43


Glucosa en LCR (mg/dL)

68

61

49

56

43

54

54

61

60

58

53

46

47

51

56

51

64


Gram en LCR

N

N

N

N

N

N

N

N

N

N

N

N

N

N

N

N

N


PCR múltiple en el LCR

EV

EV

EV

EV

EV

EV

EV

EV

EV

EV

EV

EV

EV

EV

PV

EV

PV


EV: enterovirus; LCR: líquido cefalorraquídeo; N: negativo; PCR: reacción en cadena de la polimerasa; PV: parechovirus.

 

El LCR tampoco mostraba alteraciones significativas y 15 neonatos (88%) cursaron con celularidad normal (< 30 células/mm3). Los dos pacientes con pleocitosis en el LCR (127 y 35 células/mm3) tenían también una ligera hiperproteinorraquia (proteínas en el LCR > 170 mg/dL), con cifras de proteínas de 180 y 172 mg/dL, respectivamente. Ninguno de los 17 pacientes diagnosticados de meningitis viral presentó hipoglucorraquia (glucosa en el LCR < 40 mg/dL; rango: 43-68 mg/dL) (Tabla II). Los dos casos que cursaron con pleocitosis tenían al enterovirus como causante del cuadro.

Inicialmente, el 100% recibió tratamiento empírico con antibióticos, que se mantuvo hasta conseguir un resultado negativo de hemocultivos y de urocultivo, y la duración media del tratamiento fue de 3,8 días. Además, desde la introducción de la PCR múltiple en el LCR, la duración del tratamiento antibiótico se redujo de 4,3 a 3,5 días.

La supervivencia fue del 100%. Ninguno de ellos tuvo secuelas ni presentó complicaciones a corto plazo. En 11 pacientes se realizó seguimiento posterior en consulta de neuropediatría neonatal (64,7%), consistente en exploración neurológica y realización de ecografía transfontanelar. Todos presentaron exploración física normal y una ecografía transfontanelar sin alteraciones, sin que ninguno objetivara afectación de la sustancia blanca. En una de las pacientes en que se realizó seguimiento a largo plazo, se objetivó hipoacusia neurosensorial bilateral grave.
 

Discusión


Los resultados del presente estudio muestran que, a pesar de su escasa incidencia en otras épocas de la vida, la meningitis vírica llega a suponer hasta un 14,8% del total de los neonatos que ingresan por síndrome febril sin foco, lo que demuestra la mayor incidencia de esta enfermedad durante el período neonatal [1]. Aunque se admite un claro predominio estacional de la infección por enterovirus durante los meses cálidos, en nuestro caso la distribución ha sido homogénea a lo largo de todo el año, lo que se puede explicar por el pequeño tamaño de la muestra [1,7,8]. Hemos observado un marcado predominio del enterovirus como agente causal (88%). No obstante, dicho resultado puede estar sobreestimado, debido a que, entre noviembre de 2014 y junio de 2016, la PCR disponible en nuestro centro permitía testar únicamente enterovirus, y virus del herpes simple 1 y 2. Este predominio del enterovirus concuerda con los datos recogidos en la bibliografía, que implican a este virus hasta en un 80% de las meningitis víricas neonatales con agente etiológico identificado. Sin embargo, en la población adulta, este virus es responsable del 25% de las meningitis víricas entre los 16-60 años y del 5% por encima de los 60 años, lo que demuestra la mayor incidencia de la meningitis vírica por enterovirus en la edad pediátrica y, especialmente, en el período neonatal [1-3,11].

En relación con la presentación clínica, la mayoría de las infecciones en el período neonatal cursan de un modo monomorfo, por lo que resulta difícil diferenciar la meningitis de otras infecciones sis­témicas graves por la clínica. Además, distintos agentes infecciosos pueden dar una clínica similar, y resulta prácticamente imposible sospechar el microorganismo implicado sin el empleo de pruebas complementarias [12,13]. De este modo, todos los pacientes presentaron un cuadro compatible con infección vírica sistémica y cursaron con fiebre (en general sin alcanzar temperaturas elevadas y con escasa duración), y, de forma característica, con irritabilidad en más de la mitad de los casos [3,9,12,13]. La presencia de exantema macular generalizado también fue un signo frecuente en nuestro estudio, ya que apareció hasta en un 46% de las meningitis víricas causadas por enterovirus. Este hallazgo no estuvo presente en las originadas por parechovirus, debido tanto a la menor frecuencia de este signo en relación con este agente infeccioso, como al menor número de casos en nuestra muestra. Estos datos concuerdan con los publicados, que asocian la aparición del exantema a la infección por enterovirus en la mitad de los casos y por parechovirus en el 15-20% [3,5,14,15].

Los datos de laboratorio fueron compatibles con una infección vírica, con niveles de leucocitos y reactantes de fase aguda dentro de la normalidad en la mayoría de los casos, y con cultivos bacteriológicos negativos. Resulta significativa la ausencia de pleocitosis prácticamente en la totalidad de los casos (88%), circunstancia descrita en numerosas series [1,2,5,16,17]. Este hallazgo puede explicarse tanto por el escaso tiempo transcurrido entre el inicio de la clínica y la realización de la punción lumbar, como por la mayor inmadurez del sistema inmune durante el período neonatal [1,3,5]. Este dato destaca la importancia de no desechar el LCR ante un análisis citobioquímico normal y proseguir el estudio mediante una técnica específica como la PCR para poder llegar al diagnóstico definitivo [5]. Esta prueba se ha postulado como la de referencia, por delante del cultivo, y es un método más rápido y sensible y con la misma especificidad que el cultivo convencional. Además, una vez descartada la coinfección bacteriana, un resultado positivo de la PCR podría evitar la prolongación de la duración del tratamiento antibiótico empírico y de la estancia hospitalaria [3,5,6].

Como se ha mencionado, es conveniente la cobertura antibiótica empírica hasta descartar la infección bacteriana, debido a su gravedad. Así, en nuestro estudio, el 100% de los neonatos recibió tratamiento antibiótico empírico al inicio del cuadro, que se retiró tras los resultados negativos de hemocultivos y urocultivos. Además, desde la introducción de la PCR, se pudo acortar la duración de la antibioterapia tras disponer de hemocultivos negativos y una PCR en el LCR positiva a virus co­mo causa que justifica la fiebre.

El tratamiento de la meningitis vírica se limita a medidas de soporte, dado que no hay comercializados agentes antivirales para el tratamiento de las infecciones por enterovirus [3,5]. En casos de afectación neurológica o cardiológica grave y en pacientes inmunodeprimidos, se ha utilizado el tratamiento con inmunoglobulina intravenosa con buenos resultados [5,18,19]. Otros tratamientos en investigación son los anticuerpos monoclonales o el pleconarilo, fármaco con acción específica frente a los picornavirus, al inhibir su replicación al insertarse en la cápside viral, lo que impide la unión del virus a las células del huésped. En algunos ensayos clínicos se ha observado la mayor rapidez de este fármaco para negativizar el cultivo viral en distintas localizaciones, así como una diferencia estadística significativa en cuanto a una mayor supervivencia en comparación con placebo y sin asociar efectos secundarios. Sin embargo, este fármaco no está comercializado en España, aunque ante la ausencia de terapia antiviral efectiva frente a enterovirus y la existencia de estudios que sugieren su eficacia y seguridad, se deberían desarrollar nuevos estudios para demostrar la eficacia de este fármaco [3,19,20]. Otro fármaco en investigación es el pocapavir (V-073), un inhibidor de la cápside que bloquea la liberación del ARN viral en las células, por lo que evita su replicación. Se investiga su utilizaación como tratamiento de infecciones graves causadas por poliovirus. Además, en pruebas in vitro, el pocapavir ha demostrado actividad antivírica frente a otros enterovirus no polio, y puede resultar útil en el tratamiento de sepsis graves por enterovirus. En ensayos clínicos, ha demostrado ser un fármaco seguro por sus escasos efectos secundarios y asimismo eficaz, puesto que acelera significativamente la eliminación del virus [21,22].

La mayoría de los niños tienen una evolución favorable con recuperación completa, y las secuelas a largo plazo son relativamente infrecuentes, a diferencia de lo que ocurre en las meningitis bacterianas, que presentan una mortalidad en torno al 10% y con secuelas importantes hasta en la mitad de los supervivientes [23]. Aunque poco frecuente (10-20% en función de la serie), se ha descrito afectación neurológica en el neonato afectado de meningitis. Estas secuelas van desde convulsiones o espasticidad hasta alteraciones cognitivas, del desarrollo, dificultades de aprendizaje y del lenguaje a largo plazo. Sin embargo, estas observaciones han sido inconsistentes, pues otros estudios demuestran que no existen diferencias significativas en cuanto al desarrollo neurológico de estos niños con respecto a hermanos sanos [3,5,24-26]. Por este motivo, está indicado el seguimiento neurológico a largo plazo de los pacientes que hayan sufrido meningitis, pues permite detectar precozmente posibles secuelas y beneficiarse de distintas terapias, como rehabilitación o estimulación precoz [24-27]. Otras complicaciones son fallo hepático con elevación de transaminasas, distrés respiratorio o afectación cardiológica (disfunción ventricular, miocardiopatía dilatada, aneurismas o arritmias) [3]. En nuestra serie hemos observado un buen pronóstico general a corto plazo, salvo en una paciente que presentó hipoacusia neurosensorial bilateral grave.

Ninguno de nuestros pacientes presentó alteración en la ecografía transfontanelar realizada durante el ingreso ni el seguimiento en consulta. Resulta fundamental la adecuada evaluación mediante esta prueba de imagen, ya que se ha descrito la presencia de alteraciones en la sustancia blanca en neonatos con meningoencefalitis, con aparición de hiperecogenicidad periventricular, similar a lo que ocurre en la leucomalacia periventricular [3,28].

En conclusión, la meningitis vírica debe considerarse en el diagnóstico diferencial del neonato febril, incluso ante la normalidad en los resultados de la citobioquímica del LCR. La PCR múltiple en el LCR ha contribuido en gran medida a evitar el infradiagnóstico de esta enfermedad y proporciona unos resultados de forma rápida y con la ventaja que supone acortar la duración del tratamiento antibiótico y la estancia hospitalaria, especialmente si se dispone de la técnica en el propio centro asistencial, lo que acorta los tiempos de respuesta del laboratorio.

 

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Neonatal viral meningitis. The importance of the polymerase chain reaction in their diagnosis

Introduction. The different types of viral meningitis constitute a condition that is relatively frequent in newborn infants, although in many cases they are underdiagnosed due to the absence of pleocytosis in the cerebrospinal fluid (CSF).

Aims. To describe the clinical features and laboratory findings of newborn infants with viral meningitis and to highlight the importance of the polymerase chain reaction (PCR) in the CSF to diagnose this condition.

Patients and methods. A retrospective review of the medical records of newborn infants hospitalised in the neonatology section who had been diagnosed with viral meningitis between May 2014 and May 2017.

Results. Altogether 17 cases of viral meningitis were registered (15 caused by enterovirus and two due to parechovirus), which accounts for 14.8% of all newborns hospitalised owing to febrile symptoms. All of them had fever (100%), and other notable symptoms were irritability (76%) and rejection of feeding (65%). Normal cellularity was found in the CSF without high protein levels in 88% of them, and without hypoglycorrhachia in all of them (100%), which meant that many of these children had previously been left with a diagnosis of a febrile syndrome with no focus. These data stress the need to perform the PCR in the CSF of newborn infants who have a fever without a focus, due to the normal status of the results of the complementary tests in most cases. Subsequent neurological follow-up was performed in 64.7% of the children in the neurology service, without any neurological sequelae being found, except in one case.

Conclusions. Multiple PCR in the CSF has become an essential diagnostic technique in cases of newborn infants with a suspected infection, and replaces viral culture as the reference test due its being quicker and more sensitive.

Key words. Cerebrospinal fluid. Enterovirus. Meningitis. Newborn infant. Parechovirus. Pleocytosis.

 

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