Original

Imagen del tensor de difusión de la vía corticoespinal y su asociación con el pronóstico del infarto cerebral agudo: experiencia de una cohorte en México

T. Moreno-Andrade, E. Garza-Villarreal, A. González-Aquines, E. Villarreal-Garza, N. López-Garza, M. Campos-Coy, G. Elizondo-Riojas, F. Góngora-Rivera [REV NEUROL 2021;72:16-22] PMID: 33378075 DOI: https://doi.org/10.33588/rn.7201.2020232 OPEN ACCESS
Volumen 72 | Número 01 | Nº de lecturas del artículo 11.467 | Nº de descargas del PDF 148 | Fecha de publicación del artículo 01/01/2021
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RESUMEN Artículo en español English version
Introducción La imagen del tensor de difusión por resonancia magnética a través de la fracción de anisotropía permite evaluar la integridad de las vías motoras después de un infarto cerebral.

Objetivo Correlacionar la fracción de anisotropía con las escalas clínicas y el pronóstico del infarto cerebral.

Sujetos y métodos Estudio prospectivo de pacientes con infarto cerebral para comparar la fracción de anisotropía en diferentes regiones de interés con evaluaciones funcionales y con controles sin infarto. En un subgrupo con rehabilitación, se realizó una resonancia magnética inicial y a los tres meses, con un seguimiento clínico durante seis meses.

Resultados Se incluyó a 38 pacientes consecutivos con infarto cerebral de la arteria cerebral media. Los valores de la fracción de anisotropía fueron menores en la vía corticoespinal ipsilateral que en la vía corticoespinal de los controles. Los valores de la fracción de anisotropía en la vía corticoespinal ipsilateral se asociaron con el valor de la escala funcional en el momento de su admisión. Los cambios en los valores de la fracción de anisotropía entre la resonancia magnética inicial y a los tres meses se correlacionaron con la puntuación en la escala funcional y en la escala de Rankin modificada a los tres y a los seis meses.

Conclusiones El valor de la fracción de anisotropía en la cápsula interna ipsilateral se asocia a la presencia de lesión y a su presentación clínica. Los cambios en la fracción de anisotropía a los tres meses sugieren la recuperación clínica a largo plazo.
Palabras claveFracción de anisotropíaImagen del tensor de difusiónInfarto cerebralPronósticoTractografía CategoriasMareos, vértigos y acufenos
TEXTO COMPLETO (solo disponible en lengua castellana / Only available in Spanish)

Introducción


La neuroimagen es esencial en el diagnóstico y el tratamiento del ictus o la enfermedad vascular cerebral [1]. Los avances en la imagen de la resonancia magnética han hecho posible la evaluación de la microarquitectura del cerebro. La imagen del tensor de difusión (DTI) es una técnica de la resonancia magnética que permite obtener mediciones objetivas sobre la difusión de las moléculas de agua, que provee mediciones indirectas sobre la integridad de la sustancia blanca [2]. A través de la evaluación de la DTI, podemos tener el valor de la fracción de anisotropía, en donde un valor cercano a 1 representa un espacio en el que las moléculas se mueven de forma organizada debido a la estructura íntegra de los axones y la mielina; por otro lado, un valor cercano a 0 representa un espacio sin organización, co­mo ocurre en áreas de la sustancia gris o blanca después de un ictus [3]. La DTI podría resultar útil para evaluar el pronóstico del ictus isquémico agudo. Sin embargo, ciertos resultados en la fase aguda del ictus han sido controvertidos: mientras que algunos indican correlación entre los valores de la fracción de anisotropía y las manifestaciones clínicas [4,5], otros hacen lo opuesto [6-8]. El propósito de nuestro estudio es informar de nuestra experiencia y evaluar los valores de la fracción de anisotropía de la vía corticoespinal y de algunos tractos motores complementarios, y correlacionarlos con la gravedad y el estado funcional del infarto cerebral agudo.
 

Sujetos y métodos


Se realizó un estudio prospectivo y longitudinal de casos consecutivos en el Departamento de Neurología del Hospital Universitario Dr. José E. González de agosto de 2015 a agosto de 2016. Los pacientes fueron hospitalizados en la unidad de cuidados neurovasculares con diagnóstico de infarto cerebral reciente (< 96 horas) confirmado por neuroimagen (tomografía computarizada o imagen por resonancia magnética), y cumplieron con los siguientes criterios: sin antecedentes de ictus isquémico o hemorrágico, infarto cerebral cortical reciente del territorio de la arteria cerebral media, puntuación de ingreso hospitalario en la escala de los National Institutes of Health (NIH) > 5, y sin antecedentes de una enfermedad neurológica que condicione un déficit funcional. Los pacientes excluidos fueron los que tenían infarto extenso del territorio de la arteria cerebral media (> 2/3 del territorio), puntuación en la escala de los NIH > 20 puntos, afasia global o sensitiva, habían recibido trombólisis intravenosa o recanalización por trombectomía y tenían una esperanza de vida menor de seis meses por enfermedades concomitantes. Los controles seleccionados para el estudio y utilizados en el análisis de la resonancia magnética fueron sujetos no hospitalizados, sin antecedentes de enfermedades neurológicas, pareados por sexo y edad (± 3 años). El estudio clínico fue evaluado y autorizado por el comité de investigación y ética (NR15-006), y todos los pacientes otorgaron su consentimiento informado.

Evaluación clínica


Todos los pacientes fueron evaluados de forma sistemática, mediante un cuestionario estandarizado de hospitalización de la unidad de cuidados neurovasculares del hospital. La gravedad del ictus se midió con la escala de los NIH, y el grado de independencia funcional, según la escala modificada de Rankin (mRS) y el índice de Barthel. En el subgrupo admitido en el programa de rehabilitación física durante seis meses, se hizo la evaluación con las mismas escalas clínicas.

Imagen de resonancia magnética


La identificación y la localización del infarto cerebral se realizaron con la imagen de la tomografía cerebral o la resonancia magnética en las secuencias convencionales para la evaluación inicial del ictus. La resonancia magnética del proyecto con la DTI y la tractografía se efectuaron durante la primera semana de la estancia hospitalaria usando un equipo de 1,5 T (General Electric, Signa Excite). Se realizaron la autocalibración y la adquisición de la secuencia ecoplanar en 64 cortes con un grosor de 2 mm. Las secuencias de difusión se efectuaron codificando 60 direcciones isotrópicas distribuidas en el espacio, utilizando un factor b de 1.000 s/mm2 (campo de visión: 256 mm2; matriz de 128 × 128; espesor: 2 mm; resolución isotrópica: 2 mm3; tiempo de respuesta: 8.500 ms; tiempo de eco: 90 ms). Los valores de la fracción de anisotropía se midieron colocando la región de interés (ROI) en el trayecto de la vía corticoespinal, en especial en el brazo posterior de la cápsula interna ipsilateral a la lesión y en la decusación de las pirámides en bulbo; algunas fibras cruzadas se evaluaron en la rodilla y el istmo del cuerpo calloso, y la integridad de las fibras de la vía rubroespinal se verificó adyacente al núcleo rojo del mesencéfalo. También se evaluó la vía corticoespinal contralateral en el brazo posterior de la cápsula interna. Los mapas de la fracción de anisotropía se hicieron y analizaron utilizando FIMRB FSL v. 5.07. Las vías se construyeron utilizando las ROI mencionadas en el software Diffusion Toolkit y Tracvis (Fig. 1).

 

Figura 1. a) Vía corticoespinal en el infarto cerebral agudo; b) Región de interés establecida en el brazo posterior de la cápsula interna; c) Localizaciones adicionales para el valor de la fracción de anisotropía, como la vía rubroespinal.






 

En el subgrupo con seguimiento a largo plazo, se realizó una imagen de resonancia magnética adicional de la DTI con la misma técnica a los tres meses de seguimiento. Un neurorradiólogo (T.M.A.) evaluó y analizó las imágenes de resonancia magnética de forma ciega a la información clínica sobre la evaluación funcional y la función motora de los pacientes.

Análisis de datos


Se hizo un análisis descriptivo de la información sociodemográfica y clínica de los pacientes. Las variables categóricas se analizaron utilizando la prueba de chi cuadrado, y los datos numéricos, usando la prueba t de Student o la U de Mann-Whitney, según correspondiera. Se usó la correlación de Spearman para evaluar la relación entre los valores de la fracción de anisotropía del hemisferio ipsilateral y contralateral a la lesión, y las puntuaciones clínicas y funcionales en el período hospitalario; y el subgrupo con seguimiento a largo plazo a los tres y seis meses. El cambio en el valor de la fracción de anisotropía (ΔFA) en la vía corticoespinal ipsilateral a la lesión se calculó al determinar la diferencia entre el resultado de la fracción de anisotropía a los tres meses y su valor inicial o basal (ΔFA = FA3meses – FAbasal); y se correlacionó con las evaluaciones clínicas a los tres y a los seis meses de seguimiento. Los valores de la fracción de anisotropía ipsilateral de las diferentes ROI en el período hospitalario se analizaron con una curva ROC para determinar la sensibilidad y la especificidad. Se utilizó el programa SPSS v. 22.0.
 

Resultados


Datos clínicos basales


El estudio reclutó a 38 pacientes, de los cuales 22 (57,9%) eran hombres, y 21 controles, de los cuales 11 (52,4%) eran hombres. No hubo diferencias en edad entre los grupos (p = 0,63). La mayor parte de los casos tuvo infarto cerebral en el hemisferio izquierdo (n = 23; 60%). Los factores cardiovasculares más comunes fueron hipertensión (50%), diabetes mellitus (34,2%) y dislipidemia (26,3%), y no hubo diferencias en los factores de riesgo cardiovascular con los controles (Tabla I). La puntuación de la escala de los NIH en el momento del ingreso hospitalario fue 8,95 ± 3,56. Las causas de los infartos fueron: nueve (24%) cardioembólicos, 14 (37%) aterotrombóticos, ocho (21%) por enfermedad de pequeño vaso y siete (18%) de etiología indeterminada. En el momento del alta hospitalaria, la puntuación en la escala de los NIH fue de 6,18 ± 3,21, con una mRS de 2,92 ± 1,19 y un índice de Barthel de 64,61 ± 26,67.

 

Tabla I. Características demográficas y clínicas de los pacientes y los controles.
 

Casos (n = 38)

Controles (n = 21)

p


Edad (años) a

56,80 ± 10,12

55,48 ± 8,67

0,63


Sexo (masculino)

22 (57,9%)

11 (52,4%)

0,68


Factores de riesgo

Hipertensión

19 (50%)

7 (33,3%)

0,22


Diabetes

13 (34,2%)

5 (23,8%)

0,41


Dislipidemia

10 (26,3%)

5 (23,8%)

0,83


Obesidad

4 (10,5%)

1 (4,8%)

0,65


Tabaquismo activo

17 (18,4%)

2 (9,5%)

0,47


Etiología

Aterotrombóticos

14 (37%)




Cardioembólicos

9 (24%)




Enfermedad de pequeño vaso

8 (21%)




Indeterminada

7 (18%)




Valor de la fracción de anisotropía a

Corticoespinal

0,513 ± 0,075

0,633 ± 0,057

< 0,001


Rubroespinal

0,448 ± 0,076

0,424 ± 0,052

0,19


Cuerpo calloso anterior

0,502 ± 0,073

0,479 ± 0,064

0,23


Cuerpo calloso posterior

0,556 ± 0,101

0,550 ± 0,060

0,78


Decusación piramidal

0,598 ± 0,056

0,598 ± 0,045

0,96


a Media ± desviación estándar.

 

Imagen de resonancia magnética


La ROI con la mayor sensibilidad para identificar el infarto cerebral agudo se localizó en el brazo posterior ipsilateral de la cápsula interna, con una fracción de anisotropía de 0,56, con lo que tuvo una sensibilidad del 100% y una especificidad del 71% (odds ratio: 3,45; intervalo de confianza al 95%: 2,09-5,68; p < 0,001) (Fig. 2). Los resultados de las DTI con los valores de fracción de anisotropía de los diferentes tractos o vías motoras afectadas se compararon con los de los controles sanos y se describen en la tabla I.

 

Figura 2. Evaluación de sensibilidad (curva ROC) de las diferentes regiones de interés. La curva con los valores de la fracción de anisotropía de la vía corticoespinal en la cápsula interna mostró la mejor sensibilidad para identificar el infarto cerebral.






 

El valor de la fracción de anisotropía de la vía corticoespinal del hemisferio afectado fue de 0,513 ± 0,075, mientras que los valores en el contralateral fueron de 0,597 ± 0,069, con una diferencia significativa (p = 0,007). Por otro lado, no hubo diferencias entre el hemisferio ipsilateral y el contralateral a la lesión en la fracción de anisotropía de la vía rubroespinal (p = 0,73), de la porción anterior y posterior del cuerpo calloso (p = 0,86 y p = 0,57, respectivamente), y en la decusación de las pirámides (p = 0,67) (Tabla II).

 

Tabla II. Diferencia (media ± desviación estándar) en los valores de la fracción de anisotropía entre el hemisferio afectado (ipsilateral) y el no afectado (contralateral).
 

Ipsilateral a (n = 38)

Contralateral (n = 38)

p


Corticoespinal

0,5132 ± 0,075

0,597 ± 0,069

0,007


Rubroespinal

0,448 ± 0,076

0,454 ± 0,076

0,73


Cuerpo calloso anterior

0,502 ± 0,073

0,505 ± 0,069

0,86


Cuerpo calloso posterior

0,557 ± 0,101

0,569 ± 0,091

0,57


Decusación piramidal

0,597 ± 0,056

0,602 ± 0,051

0,67


a A la lesión o infarto cerebral.

 

Encontramos una correlación entre el valor de la fracción de anisotropía de la vía afectada contralateral con la puntuación de los NIH en el ingreso (r = –0,375; p = 0,045), pero no en el momento del alta hospitalaria (r = –0,077; p = 0,65). El estado funcional en el alta hospitalaria medido por la mRS y por el índice de Barthel no se correlacionó con la fracción de anisotropía (r = –0,255 y p = 0,13; y r = –0,126 y p = 0,45, respectivamente). Interesante, pero controvertido, fue que el valor de la fracción de anisotropía de la vía corticoespinal en la cápsula interna contralateral a la lesión correlacionó con el índice de Barthel en el alta hospitalaria (r = –0,4; p = 0,01); sin embargo, no hubo una correlación significativa con otras mediciones. La correlación de las vías motoras y sus escalas se encuentra en la tabla III.

 

Tabla III. Correlación entre la fracción de anisotropía de las vías motoras y las escalas clínicas.
 

Escala de los NIH al ingreso

Escala de los NIH al alta

mRS al alta

Índice de Barthel

r

p

r

p

r

p

r

p


Corticoespinal

Ipsilateral

–0,375

0,045 a

–0,077

0,65

–0,255

0,13

0,126

0,45


Contralateral

0,130

0,43

0,254

0,12

0,195

0,25

–0,400

0,01 a


Rubroespinal

Ipsilateral

–0,033

0,84

0,010

0,95

0,280

0,09

–0,054

0,74


Contralateral

0,190

0,25

0,215

0,19

0,284

0,09

–0,150

0,37


Cuerpo calloso anterior

Ipsilateral

0,043

0,80

–0,020

0,91

–0,186

0,27

–0,151

0,36


Contralateral

0,136

0,41

0,026

0,88

–0,087

0,61

0,087

0,60


Cuerpo calloso posterior

Ipsilateral

0,005

0,97

–0,118

0,48

–0,264

0,11

0,159

0,34


Contralateral

0,018

0,91

–0,072

0,67

–0,234

0,16

0,171

0,31


Decusación piramidal

Ipsilateral

–0,064

0,70

–0,132

0,43

0,065

0,70

0,348

0,05


Contralateral

–0,236

0,15

–0,146

0,38

–0,002

0,99

0,072

0,67


mRS: escala de Rankin modificada; NIH: Institutos Nacionales de Salud de Estados Unidos. a p < 0,05.

 

Evolución clínica


De los 38 pacientes hospitalizados, 10 (26%) continuaron un programa de rehabilitación física convencional con dos sesiones por semana durante tres meses, y fueron evaluados a los seis meses de seguimiento; fueron seis (60%) mujeres, con una edad media de 53,2 ± 7,7 años, con un infarto cerebral en el hemisferio izquierdo en seis casos. Las características clínicas basales se muestran en la tabla I. Los pacientes mejoraron en la fuerza de la extremidad superior a los tres (p = 0,002) y a los seis meses (p ≤ 0,001), y de la extremidad inferior a los tres (p = 0,005) y a los seis meses (p = 0,001) con respecto a la fuerza presente en el momento del alta hospitalaria (basal). Los valores de la escala de los NIH, la mRS y el índice de Barthel también mejoraron significativamente a los tres (p ≤ 0,001, p = 0,001 y p = 0,001) y a los seis meses (p ≤ 0,001, p ≤ 0,001 y p ≤ 0,001), respectivamente.

Imagen del tensor de difusión en el seguimiento


La DTI a los tres meses mostró una diferencia en la fracción de anisotropía en el hemisferio afectado con respecto al valor basal (p = 0,018), pero no se registró un cambio significativo en el hemisferio no afectado (p = 0,5). La mediana del cambio en los valores de la fracción de anisotropía entre el valor basal y los 3 meses (ΔFA) fue –0,11, con un rango de –0,19 a 0,11.

Correlación entre la fracción de anisotropía y la evolución clínica


La fracción de anisotropía del hemisferio afectado a los tres meses correlacionó con la escala de los NIH (r = −0,772; p = 0,009) y con la mRS a los tres meses (r = −0,651; p = 0,041), y solo con la mRS a los seis meses (r = −0,651; p = 0,04). Las correlaciones entre la diferencia de la fracción de anisotropía a los tres meses y la fracción de anisotropía basal (ΔFA) con las escalas motoras y funcionales se muestran en la tabla IV. La ΔFA correlaciona negativamente con las escalas de los NIH y la mRS a los tres y a los seis meses, es decir, a mayor valor de la ΔFA, menor valor de la escala de los NIH y de la mRS a los tres y a los seis meses, lo que puede interpretarse como recuperación funcional.

 

Tabla IV. Valores de correlación del cambio en el tiempo de la fracción de anisotropía (ΔFA = FA3 meses – FAbasal) con las escalas clínicas a los tres y seis meses.
 

r

p


A los tres meses

Escala de los NIH

–0,821

0,004 a


mRS

–0,610

0,037 a


Barthel

0,567

0,087


A los seis meses

Escala de los NIH

–0,755

0,012 a


mRS

–0,638

0,047 a


Barthel

0,633

0,050


mRS: escala de Rankin modificada; NIH: Institutos Nacionales de Salud de Estados Unidos. a Valor significativo de p < 0,05.

 

 

Discusión


En nuestro estudio encontramos una diferencia significativa entre los valores de la fracción de anisotropía de la vía corticoespinal en la cápsula interna ipsilateral al infarto del territorio de la arteria cerebral media y la fracción de anisotropía de la vía corticoespinal en la cápsula interna del hemisferio contralateral. De igual forma, se encontró esta diferencia significativa al compararlo con la fracción de anisotropía de la vía corticoespinal en los controles sin lesiones cerebrales. Lo anterior confirma la reproducibilidad de los resultados, aun con el uso de equipos de resonancia magnética de menor resolución (1,5 T) en un hospital universitario y de atención pública en México. Un estudio describió hallazgos similares al comparar controles sanos y pacientes con infarto cerebral (p = 0,005), y atribuyó a la degeneración walleriana de las vías motoras las diferencias encontradas en los valores de la fracción de anisotropía entre el hemisferio ipsilateral y el contralateral a la lesión (p = 0,008) [9]. La disrupción de los tractos de la sustancia blanca después del ictus limita el movimiento del agua, lo que provoca la reducción en el valor de la fracción de anisotropía [10].

Al revisar el comportamiento del valor de la fracción de anisotropía de la vía corticoespinal de la lesión en la curva ROC, encontramos un nivel de corte en 0,56 para determinar la lesión isquémica, con una sensibilidad del 100% y una especificidad del 71%. Estos resultados son semejantes a informes de estudios en animales, donde los valores de la fracción de anisotropía de las vías motoras tuvieron una alta sensibilidad para diferenciar entre un tejido normal y uno en penumbra isquémica [11]. Incluso, recientemente, Puig et al [12] utilizaron la relación de la fracción de anisotropía (fracción de anisotropía ipsilateral a la lesión/fracción de anisotropía contralateral) para diferenciar pacientes con menos de 4,5 horas desde el inicio de los síntomas del ictus. De esta forma, el nivel de corte encontrado en nuestro estudio y el descrito por otros autores podrían usarse para definir la lesión en forma automatizada, determinar el tiempo de inicio del ictus y, de esta forma, incrementar los candidatos para recibir la terapia trombolítica, en especial en los casos con discrepancia clínica.

Un interesante hallazgo fue la asociación entre el valor de la fracción de anisotropía de la vía corticoespinal en la cápsula interna del hemisferio contralateral con el estado funcional en el alta hospitalaria medida con el índice de Barthel. Este resultado no tiene una explicación clara. Reconocemos que el índice de Barthel difiere de la mRS en que considera las actividades específicas de la vida diaria y permite reconocer cambios más sutiles. Aunque un informe reciente encontró una correlación significativa entre el valor de la fracción de anisotropía en la vía corticoespinal y el índice de Barthel [13], Schaech­ter et al [14] proponen que la vía corticoespinal contralateral contribuye a la recuperación del infarto cerebral. Granziera et al [15] evaluaron los cambios en la fracción de anisotropía de las vías corticoespinales contralaterales a la lesión y revelaron que había una correlación entre los cambios y la recuperación funcional, apoyando el concepto del remodelamiento del hemisferio contralesional después del infarto cerebral. Bajo esta hipótesis, nuestros resultados podrían sugerir que la remodelación de la vía corticoespinal contralateral medida en la cápsula interna podría iniciarse desde la etapa temprana del infarto y continuar posteriormente.

Encontramos una débil, pero significativa, correlación (r = –0,375; p = 0,045) entre el valor de la fracción de anisotropía de la vía corticoespinal ipsilateral y la puntuación del ictus en la escala de los NIH en el ingreso hospitalario; sin embargo, no fue significativa en el alta hospitalaria, posiblemente por el tamaño reducido de la muestra. Este resultado es consistente con el estudio de Groisser et al [7], quienes informaron de la ausencia de correlación entre la fracción de anisotropía de la vía corticoespinal ipsilateral a la lesión y las variables clínicas en los primeros días del ictus. Los escasos estudios prospectivos han descrito que los valores de la fracción de anisotropía de la vía corticoespinal son dinámicos, en especial en los primeros días del ictus isquémico, y se estabilizan después de uno a tres meses del ictus [5,16].

Por otro lado, y a pesar de que algunos estudios sobre la imagen del tensor de difusión y los valores de la fracción de anisotropía describen la relación entre la vía corticoespinal y las áreas motoras suplementarias [17], nosotros no encontramos la correlación entre los valores de la fracción de anisotropía y su posible involucro en las diferentes ROI. Creemos que una posibilidad sobre esta falta de asociación entre la vía corticoespinal y las suplementarias se explica debido a que fueron pacientes en la fase aguda del infarto cerebral, y los estudios publicados lo hacen en las fases subagudas o crónicas del infarto cerebral [18-20]. Se requieren más estudios que aclaren esta inquietud.

El subgrupo que recibió la rehabilitación física en nuestro hospital durante el seguimiento continuó mejorando en sus escalas funcionales y en los valores de la fracción de anisotropía. Incluso los valores de la fracción de anisotropía a los tres meses después del infarto cerebral correlacionaron con la puntuación de la escala de los NIH y la mRS a los tres y seis meses. Estos hallazgos son consistentes con estudios donde se informa de que los valores de la fracción de anisotropía en la fase crónica se asocian al estado funcional y la condición motora de los pacientes [21,22].

El número de estudios que describen las diferencias en las DTI después de un seguimiento clínico son limitados. Fan et al [19] comunicaron resultados similares con nuestro estudio y describieron un cambio positivo en los valores de la fracción de anisotropía en la vía corticoespinal ipsilateral relacionado con la recuperación de la fuerza en la extremidad superior (r = 0,68; p = 0,032) después de la rehabilitación; lo anterior sugiere que el incremento en el valor de la fracción de anisotropía puede representar la recuperación funcional de la vía de la sustancia blanca, consecuencia posible de la plasticidad cerebral.

Nuestro estudio tiene algunas limitaciones:
 
  • El tiempo en el que se realizó la resonancia magnética varió entre los pacientes entre uno y cinco días, aunque siempre en la etapa aguda del infarto cerebral.
  • Se evaluó el valor de un solo parámetro de la DTI, es decir, la fracción de anisotropía, lo que limita realizar análisis numéricos más complejos; sin embargo, desde el punto de vista de un neurólogo, simplificar la interpretación de la fracción de anisotropía a un valor numérico que permita identificar el daño en la vía corticoespinal con implicaciones pronósticas sería de utilidad práctica.
  • Los participantes incluidos no representan la heterogeneidad de los pacientes con infarto cerebral, por lo que la aplicación de nuestros resultados está limitada a los sujetos con características similares.
  • Con respecto al subgrupo que recibió rehabilitación y seguimiento clínico hasta seis meses, aunque es una muestra pequeña de la población, tuvo un comportamiento muy similar.

Algunas fortalezas del estudio pueden comentarse: aunque incluimos un número reducido de pacientes, logramos tener un grupo homogéneo, que compartió el mismo territorio cortical del infarto cerebral y déficits neurológicos similares, y todos contaron con una evaluación de los estudios de resonancia magnética y su procesamiento de imagen por un neurorradiólogo de forma ciega a la evaluación hospitalaria y a las escalas clínicas.

En conclusión, el valor de la fracción de anisotropía de la vía corticoespinal en la cápsula interna ipsilateral al infarto cortical es la mejor localización de las ROI para identificar la presencia de la lesión y lograr una correlación con la gravedad del infarto cerebral agudo. Además, la recuperación del infarto cerebral se acompaña de cambios en los valores de la fracción de anisotropía en la vía corticoespinal ipsilateral y parece asociarse a la recuperación funcional a los tres y seis meses de seguimiento. Posiblemente, la remodelación estructural de la vía corticoespinal se inicia desde los primeros días después del ictus, y el hemisferio contralateral participa en la recuperación funcional. Se requieren más estudios que incluyan los valores de la DTI y de otras secuencias funcionales de la resonancia magnética para extender la comprensión de la representación por imagen del daño motor y funcional de los pacientes. Son necesarios estudios con mayor población para demostrar la aplicación de la DTI en las técnicas futuras de automatización por imagen para la detección y la evaluación del infarto cerebral.

 

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Diffusion tensor imaging of the corticospinal pathway and its association with the prognosis of acute cerebral infarction: experience with a cohort in Mexico

Introduction. Magnetic resonance diffusion tensor imaging through the fraction of anisotropy allows evaluation of the integrity of the motor pathways after cerebral infarction.

Aims. To correlate the fraction of anisotropy with the clinical scales and the prognosis of cerebral infarction.

Subjects and methods. Prospective study of patients with cerebral infarction to compare the fraction of anisotropy in different regions of interest with functional evaluations and with controls free of infarction. A subgroup of subjects with rehabilitation underwent an initial MRI scan and another at three months, with clinical follow-up for six months.

Results. Thirty-eight consecutive patients with middle cerebral artery infarction were included. The fraction of anisotropy values were lower in the ipsilateral corticospinal pathway than the fraction of anisotropy of the corticospinal pathway of the controls. The values of the fraction of anisotropy in the ipsilateral corticospinal pathway were associated with the value of the functional scale on admission. Changes in the fraction of anisotropy values between the initial MRI and the scan performed at three months correlated with the score on the functional scale and the modified Rankin scale at three and six months.

Conclusions. The value of the fraction of anisotropy in the ipsilateral internal capsule is associated with the presence of a lesion and with its presenting symptoms. Changes in the fraction of anisotropy at three months suggest long-term clinical recovery.

Key words. Cerebral infarction. Diffusion tensor imaging. Fraction of anisotropy. Prognosis. Tractography.

 

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