Revisión

Fibrilación auricular y deterioro cognitivo: una revisión narrativa

E. Morales-Bacas, M. Duque-Holguera, J.C. Portilla-Cuenca, I. Casado-Naranjo [REV NEUROL 2022;75:311-318] PMID: 36354300 DOI: https://doi.org/10.33588/rn.7510.2022252 OPEN ACCESS
Volumen 75 | Número 10 | Nº de lecturas del artículo 7.062 | Nº de descargas del PDF 208 | Fecha de publicación del artículo 16/11/2022
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RESUMEN Artículo en español English version
Introducción La fibrilación auricular (FA) es la arritmia más común en la práctica clínica y su incidencia y prevalencia aumentan con la edad, como ocurre con el deterioro cognitivo (DC).

Desarrollo Estudios observacionales prospectivos han demostrado que la FA puede aumentar significativamente el riesgo de sufrir un ictus, y éste es una causa importante de DC, pero también se ha establecido que la asociación entre ambas enfermedades puede ser independiente del ictus y otros factores de riesgo compartidos. Sin embargo, el mecanismo fisiopatológico que relaciona ambas entidades todavía no se conoce con exactitud, ya que es probable que se trate de un proceso multifactorial (ictus silentes cardioembólicos, estados proinflamatorios e hipoperfusión cerebral), y existe evidencia preliminar de una relación entre la miocardiopatía auricular sin FA y la disfunción cognitiva. La asociación entre FA y DC plantea la posibilidad de que las intervenciones terapéuticas dirigidas al manejo de esta arritmia puedan prevenir o retrasar la aparición del DC. La anticoagulación ha demostrado reducir de forma significativa el riesgo de ictus en pacientes con FA y, con ello, el riesgo de DC, pero el efecto de otras intervenciones terapéuticas, como el control del ritmo y de la frecuencia, no es concluyente.

Conclusiones La FA y el DC constituyen un importante problema de salud a nivel mundial, y la tendencia demográfica augura el crecimiento exponencial de ambas entidades en los próximos años. Por ello, parece necesario ampliar el conocimiento respecto a los mecanismos fisiopatológicos que las relacionan con el objetivo de establecer estrategias preventivas eficaces.
Palabras claveAnticoagulaciónDemenciaDeterioro cognitivoEnfermedad de AlzheimerFibrilación auricularIctus CategoriasDemenciaNeurodegeneraciónNeuropsicologíaNeuropsiquiatríaPatología vascular
TEXTO COMPLETO (solo disponible en lengua castellana / Only available in Spanish)

Introducción


La fibrilación auricular (FA) es la arritmia más común en la práctica clínica, con un riesgo a lo largo de la vida de una de cada cuatro personas [1], y se considera que en la actualidad afecta a más de 33 millones de personas en todo el mundo [2,3].

En España, la prevalencia de la FA es superior al 4% para la población mayor de 40 años, y se eleva al 8,5% entre los pacientes mayores de 60 años y al 16,5% entre los mayores de 85 años. La FA es un importante factor de riesgo de ictus, y el riesgo aumenta entre cuatro y cinco veces en todos los grupos de edad [4].

El deterioro cognitivo (DC) también se asocia con el envejecimiento poblacional, y su causa principal es la enfermedad de Alzheimer, que representa hasta el 75% de todos los casos de demencia, afecta predominantemente a mujeres y se considera la quinta causa de muerte a nivel mundial [5,6].

La tendencia demográfica actual augura un aumento de la prevalencia tanto del DC como de la FA [3], y existe cada vez más evidencia de asociación consistente entre ambos procesos, que parece independiente del ictus clínico [5].

En esta revisión narrativa, resumimos en profundidad la evidencia acerca de esta relación, sus factores de riesgo, mecanismos fisiopatológicos y efectos de los diversos tratamientos disponibles para la FA que podrían mitigar sus efectos sobre la función cognitiva y el desarrollo de DC.
 

Factores de riesgo de deterioro cognitivo y fibrilación auricular


Se ha descrito que la FA se asocia de forma independiente con múltiples formas de DC. La primera descripción de la relación entre la FA y la demencia se realizó en una serie de casos con estudio necrópsico, que incluyó a 48 pacientes con demencia, de los cuales el 47% presentaba antecedentes de FA. Esto se confirmó posteriormente por el estudio de Rotterdam en 1997 [7].

Entre los factores de riesgo de DC destacan, por una parte, los factores modificables, como la dieta, el bajo nivel educativo, la inactividad física y mental, la obesidad, el tabaquismo, la hipertensión arterial, la diabetes, el colesterol sérico total elevado y las enfermedades cardiovasculares, que pueden representar hasta el 30% del riesgo de demencia [5]. En la tabla se resumen los factores de riesgo comunes de DC y FA.

 

Tabla. Factores de riesgo comunes para la fibrilación auricular y el deterioro cognitivo.

Edad

Diabetes mellitus

Hipertensión arterial

Insuficiencia cardíaca

Síndrome de apnea obstructiva del sueño

Tabaquismo

Obesidad

Arteriopatía periférica

Consumo excesivo de alcohol

Enfermedad renal crónica

Miocardiopatía auricular

 

Actualmente, se considera que la existencia de factores de riesgo compartidos no es la única explicación de la asociación entre la FA y el DC que se observa en los estudios epidemiológicos, ya que la asociación entre las dos enfermedades es más robusta en individuos más jóvenes y tiende a no ser significativa en personas de edad muy avanzada [3].
 

Evidencia sobre la relación entre fibrilación auricular y deterioro cognitivo


La FA multiplica por cinco el riesgo de sufrir un ictus, y éste se considera una causa importante de DC [2], pero la evidencia actual sugiere que esta arritmia aumenta el riesgo de DC y demencia independientemente del ictus y otros factores de riesgo compartidos [3]. Un metaanálisis, que incluyó 14 estudios, concluyó que la FA se asocia con un aumento del 34% del riesgo de DC en pacientes sin antecedentes de ictus [8].

En un estudio observacional en el que participaron 37.025 personas, los sujetos menores de 70 años con FA presentaban el mayor riesgo relativo de desarrollar demencia de tipo enfermedad de Alzheimer tras cinco años de seguimiento. El DC también se observó en el 10% de los participantes que no tenían historia de FA en el inicio del seguimiento, pero se les detectó la arritmia a lo largo de él [3].

En el estudio observacional de Rotterdam se informó de un mayor riesgo de demencia entre los pacientes que tenían menos de 67 años y una mayor duración de la arritmia [7]. El estudio de cohortes Framingham Heart Study, que incluía a 2.682 participantes, investigó la asociación entre la FA y el DC utilizando los resultados obtenidos en pruebas neuropsicológicas. Este estudio demostró una asociación significativa entre la FA y un peor rendimiento de la función ejecutiva en los pacientes con FA en comparación con los que no tenían historia de arritmias [9].

El estudio Atherosclerosis Risk in Communities (ARIC), con 12.515 participantes, concluyó que la incidencia de FA se asocia con un aumento del riesgo de demencia del 23% [10].

En una revisión sistemática que analizó conjuntamente los resultados de dos estudios de casos y controles y tres estudios prospectivos, se obtuvo como resultado un riesgo 1,7-3,3 veces mayor de desarrollar DC y 2,3 veces mayor de desarrollar demencia en pacientes con FA en comparación con los pacientes sin arritmia [11].

Tres metaanálisis con casi 86.000 sujetos demostraron que existe un mayor riesgo de demencia en individuos con FA con o sin antecedentes de ictus con un riesgo relativo que oscilaba entre 1,4-2,3 para el riesgo de demencia y entre 1,7-3,3 para el DC [7,12,13].

Por tanto, parece recomendable realizar un cribado del DC mediante pruebas como la evaluación cognitiva de Montreal o el Minimental State Examination en los pacientes con FA que presenten quejas cognitivas o cuyos familiares las refieran, con el objetivo de estratificar el riesgo de DC. Ahora bien, con la evidencia disponible en la actualidad, no se ha podido recomendar un test de cribado concreto, ya que en los ensayos realizados hasta la fecha se han utilizado gran variedad de pruebas cognitivas, impidiendo así las comparaciones directas entre ellas [14].
 

Mecanismos fisiopatológicos de la fibrilación auricular en el deterioro cognitivo


No se conocen aún con exactitud los mecanismos fisiopatológicos por los que los pacientes con FA pueden desarrollar DC [15], pero se han postulado varias hipótesis, como se resume en la figura.

 

Figura. Mecanismos fisiopatológicos relacionados con la asociación entre fibrilación auricular (FA) y deterioro cognitivo (DC).






 

Mecanismo cardioembólico e ictus silentes


Un metaanálisis de estudios que relacionaban la FA con el DC concluyó que la demencia se observa en el 20% de los pacientes con un primer ictus y hasta en el 30% de los pacientes con ictus recurrentes [16].

Los microinfartos relacionados con fenómenos embólicos, incluso en ausencia de ictus clínico documentado, incrementan el riesgo de demencia de los pacientes con FA; así, en estudios recientes se ha observado una alta carga de lesiones isquémicas en la resonancia magnética cerebral, que se presume que probablemente sean generadoras de deterioro progresivo de la función cognitiva [17].

Además, el estudio de cohortes suizo (Swiss-AF) demostró que la presencia de infartos cerebrales se asocia con una menor puntuación en la evaluación cognitiva de Montreal, lo que apoya la isquemia por cardioembolismo como causa de disfunción cognitiva [18].

Hipoperfusión cerebral y disfunción cardíaca


La hipoperfusión cerebral en el contexto de FA puede producirse como resultado de la reducción del gasto cardíaco incluso en ausencia de insuficiencia cardíaca [19].

Es muy interesante y novedoso que algunos estudios hayan relacionado las alteraciones cardíacas, tanto estructurales como funcionales, con un menor rendimiento cognitivo incluso en ausencia de enfermedad cardíaca avanzada o FA [20,21]. En concreto, la alteración cardíaca estructural se ha asociado a un peor rendimiento cognitivo en estudios como el Estudio Multiétnico de Aterosclerosis [22] y el Framingham Heart Study [9].

Los resultados del estudio Coronary Artery Risk Development in Young Adults, en el que se analizaron las asociaciones de los parámetros cardíacos evaluados mediante ecocardiografía (fracción de eyección del ventrículo izquierdo, volumen de la aurícula izquierda y masa del ventrículo izquierdo) en la edad adulta joven (edad media: 30 años) con el volumen de sustancia gris y la integridad de sustancia blanca (medidas mediante resonancia magnética cerebral) en la edad media (50 años), mostraron que un mayor volumen de la aurícula izquierda en la edad adulta temprana se asociaba con alteraciones en la sustancia blanca [23]. Además, la dilatación de la aurícula izquierda se correlaciona con la disfunción auricular y las lesiones de la sustancia blanca pueden ser el resultado de microembolias o de hipoperfusión cerebral. La mayor dilatación de esta estructura refleja la exposición a largo plazo a factores de riesgo vascular, como la hipertensión arterial, y es un predictor de resultados cardiovasculares comunes, como el ictus, la cardiopatía isquémica y la insuficiencia cardíaca, que pueden conducir al DC [21].

Otros mecanismos que podrían relacionar el volumen de la aurícula izquierda con la cognición incluyen una alteración en la respuesta adaptativa a la disfunción endotelial y el aumento de los niveles de péptido natriurético auricular [21].

Los dos biomarcadores séricos de estrés y lesión miocárdica más estudiados son el péptido natriurético de tipo N-terminal y la troponina cardíaca. Estos marcadores se relacionan con un mayor potencial trombógeno a nivel auricular y han demostrado mejorar la predicción del riesgo de ictus en comparación con la puntuación en la escala CHA2DS2-VASc [23]. Aunque la contribución de la miocardiopatía auricular al tromboembolismo relacionado con la FA es bien conocida, la evidencia disponible en la actualidad apoya que la miocardiopatía auricular pueda estar implicada en el tromboembolismo auricular también en ausencia de FA [20,24-26].

Correlato neuropatológico y biomarcadores de patología de tipo Alzheimer


Las alteraciones funcionales y estructurales de la aurícula izquierda también se han relacionado con cambios neuropatológicos característicos de la enfermedad de Alzheimer. En el estudio ARIC-PET [21], 316 participantes sin DC se sometieron a tomografía por emisión de positrones, electrocardiografía y ecocardiografía bidimensional. Se evaluaron las asociaciones individuales entre el beta-amiloide cortical global y los antecedentes de FA y cardiopatía auricular, y se demostró un aumento de la captación del radiotrazador florbetapir de forma significativa en los pacientes con cardiopatía auricular (odds ratio, 1,81; intervalo de confianza al 95%, 1,02-3,22).

Además, un estudio necrópsico de base poblacional mostró que los pacientes con FA permanente presentaban con mayor frecuencia cambios neuropatológicos de la enfermedad de Alzheimer, aunque esta asociación no fue estadísticamente significativa [27]. No obstante, la asociación entre la FA y los cambios neuropatológicos de la enfermedad de Alzheimer es biológicamente plausible, ya que algunos estudios en animales han descubierto que la hipoxia y la isquemia aumentan la producción de beta-amiloide y la formación de placas neuríticas [28,29].

Microhemorragias y hemorragias cerebrales


La hemorragia intracerebral puede ser una complicación de la anticoagulación oral en la FA (tasa anual del 0,1-2,5%), sobre todo en los individuos con un mal control terapéutico [30]. Esta entidad clínica se ha asociado con el desarrollo de DC, pero tiene una baja incidencia global, incluso en los pacientes que reciben tratamiento anticoagulante [3].

Atrofia cerebral


La hipoperfusión cerebral y las lesiones isquémicas cerebrales de origen cardioembólico relacionadas con la FA pueden afectar a determinados lechos vasculares y reducir así el volumen cerebral. En concreto, la FA se ha asociado a una atrofia predominante del lóbulo frontal y estos hallazgos se han relacionado con la alteración de la función ejecutiva [31].

Mecanismos inflamatorios


La FA se asocia con el aumento de marcadores inflamatorios, como la proteína C reactiva, la interleucina (IL)-2, la IL-6 y la IL-8, y el factor de necrosis tumoral alfa, que se expresan tanto a nivel cardíaco como sistémico. Además, se cree que la FA podría activar vías inflamatorias que conducen a la remodelación eléctrica y estructural de las aurículas que perpetúan los mecanismos necesarios para desarrollarla [3,5]. Este estado proinflamatorio podría provocar DC por dos mecanismos principales: la inducción de un estado protrombótico que promueve los infartos cerebrales y los efectos inflamatorios directos sobre el cerebro [3].

Factores genéticos


El gen relacionado con la FA (PITX2) se ha asociado significativamente con DC. Estos marcadores podrían explicar el mayor riesgo relativo de demencia en pacientes más jóvenes con FA [5].

Papel de los neurofilamentos como marcadores de deterioro cognitivo en la fibrilación auricular


Los neurofilamentos son proteínas del citoesqueleto de las neuronas que se liberan al espacio extracelular, al líquido cefalorraquídeo y, finalmente, a la sangre periférica tras el daño neuronal, independientemente de su origen. La presencia de estas proteínas en la sangre periférica se ha relacionado con la carga de enfermedad de pequeño vaso e incluso con el tamaño de las lesiones isquémicas agudas; por ello, se creen potenciales biomarcadores para seleccionar a los pacientes con FA que se beneficiarían de una prueba de neuroimagen (resonancia magnética cerebral) con el objetivo de demostrar la enfermedad vascular cerebral subclínica como mecanismo subyacente del DC [15].

Fibrilación auricular y deterioro cognitivo de tipo enfermedad de Alzheimer


La hipoperfusión cerebral crónica secundaria a las alteraciones del ritmo cardíaco y el estado proinflamatorio asociados a la FA pueden facilitar los cambios fisiopatológicos y los depósitos de amiloide en el tejido cerebral [32].

En estudios neuropatológicos se ha demostrado que la formación de placas seniles y ovillos neurofibrilares y la angiopatía amiloide aumentan en pacientes con historia de FA permanente, con un riesgo relativo de 1,47 (intervalo de confianza al 95%, 0,96-2,28), 1,4 (0,79-2,49) y 1,5 (0,78-2,67), en comparación con los controles sin FA, respectivamente. Por el contrario, el riesgo relativo de cada cambio patológico asociado a la FA no permanente fue de 0,82 (0,49-1,43), 0,42 (0,2-0,87), y 0,74 (0,42-1,3), en comparación con los controles sin FA [27].

Además, cabe destacar que la sustancia amiloide también puede afectar a la función cardíaca en pacientes con enfermedad de Alzheimer, causando una disfunción diastólica al acumularse en el miocardio [32]. En estudios histopatológicos se ha demostrado que la expresión de Aβ40 y Aβ42 estaba aumentada en el tejido cardíaco de los pacientes con enfermedad de Alzheimer [27]. Como la disfunción diastólica es un riesgo para la FA, la enfermedad de Alzheimer podría inducir FA a través de la acumulación de sustancia amiloide en el corazón, lo que sugiere que la relación entre ambas entidades clínicas es bidireccional [32].

Otro mecanismo importante por el que la hipoperfusión induce la acumulación de amiloide es el fallo de aclaramiento. Según la hipótesis amiloidea, su acumulación induce la formación de ovillos neurofibrilares, principalmente de tau fosforilada, lo que en última instancia provoca la muerte de las neuronas. La hipoperfusión crónica activa las enzimas de fosforilación de tau, la glucógeno-sintasa-cinasa 3-beta y la cinasa dependiente de la ciclina, lo que sugiere que ésta está directamente implicada en la fosforilación de tau, independientemente de la patología amiloide [32].

Por tanto, la evidencia actual sugiere que la FA permanente conduce a la hipoperfusión cerebral, y ésta, a su vez, facilita los cambios fisiopatológicos que se relacionan con la enfermedad de Alzheimer.
 

Neuroimagen cerebral en la fibrilación auricular


En los pacientes con FA podemos detectar una alta carga de lesiones cerebrales mediante la realización de estudios de neuroimagen [14]. Entre los hallazgos más frecuentes destacan la presencia de infartos cerebrales silentes, hiperintensidades de la sustancia blanca, microhemorragias y atrofia cerebral.

La resonancia magnética cerebral se ha convertido en la prueba de elección para evaluar la alteración estructural en estos pacientes debido a su potencial para detectar lesiones propias tanto de la enfermedad cerebrovascular como de la angiopatía amiloide, así como la detección de patrones de atrofia focal, que puede ayudar a diferenciar mecanismos subyacentes del DC.

Ahora bien, cabe destacar que, en la actualidad, el papel de los estudios de neuroimagen en pacientes con FA asintomáticos desde el punto de vista cognitivo no está bien definido, ya que los hallazgos en estos casos pueden no diferir significativamente de los encontrados en la población general. Además, tampoco existe evidencia de calidad que permita realizar recomendaciones sobre la utilidad de las pruebas de neuroimagen en el seguimiento de pacientes con FA, con o sin DC.
 

Efectos del tratamiento de la fibrilación auricular en el desarrollo de deterioro cognitivo


La evidencia disponible sobre la relación entre la FA y el DC plantea la posibilidad de que las intervenciones terapéuticas dirigidas al manejo de esta arritmia puedan prevenir o retrasar la aparición de DC [33].

Papel de la anticoagulación en la prevención del deterioro cognitivo


La anticoagulación oral ha demostrado la reducción del riesgo de ictus isquémico hasta en el 64% de los pacientes con FA y también se ha asociado a la prevención de microembolias e infartos cerebrales silentes que pueden favorecer el desarrollo de DC [33]. Esta relación es más evidente en pacientes tratados precozmente con anticoagulantes (lo que sugiere que podría haber una relación dosis-respuesta) y en los casos con mayor riesgo tromboembólico (medido por puntuaciones mayores en la escala CHA2DS2-VASc) [17,19].

Pero no debemos obviar que el tratamiento anticoagulante se puede asociar con el aumento del riesgo hemorrágico y microsangrados cerebrales, que, a su vez, pueden aumentar el riesgo de DC. Aun así, se ha demostrado un equilibrio entre riesgo-beneficio a favor del tratamiento anticoagulante oral en pacientes diagnosticados de FA [6].

Ahora bien, cabe destacar, respecto a los anticoagulantes orales antivitamina K, que el tiempo en rango terapéutico se ha asociado significativamente con el riesgo de demencia [6]. Un estudio realizado con 2.605 pacientes, de 73,7 años de edad media y una mediana de seguimiento de 4 años (máximo, 9,9 años), demostró que los pacientes que desarrollaron demencia tras el seguimiento tenían una puntuación en la escala CHA2DS2-VASc mayor y, además, el porcentaje medio de tiempo en rango terapéutico era menor [34].

A pesar de que los estudios realizados previamente no hayan encontrado diferencias significativas entre los anticoagulantes orales de acción directa y los antivitamina K en la prevención del DC, los anticoagulantes de acción directa proporcionan niveles terapéuticos más estables, son igual de eficaces en la prevención del ictus y se asocian a un menor riesgo de hemorragias y microhemorragias cerebrales, por lo que pueden ser un método prometedor para reducir el riesgo de DC y demencia en los pacientes con FA [35].

Un reciente estudio australiano que analizó de forma prospectiva datos de 18.813 sujetos con FA seguidos por un período medio de 3,7 años no sólo mostró que la incidencia de demencia fue significativamente menor en los pacientes anticoagulados frente a los no anticoagulados, sino que en los tratados con anticoagulantes de acción directa se redujo la incidencia de demencia casi a la mitad en comparación con los tratados con anticoagulantes orales antivitamina K [36].

Estudios experimentales en modelos animales muestran que, frente a la warfarina, el tratamiento con rivaroxabán atenuó la neuroinflamación, la disfunción de la barrera hematoencefálica, los déficits de memoria y el depósito de beta-amiloide [37], y que el dabigatrán tendría efectos positivos sobre la función cognitiva y psicológica, así como sobre la patogenia de la demencia, incluyendo la enfermedad de Alzheimer [38].

Cierre de la orejuela


El cierre percutáneo de la orejuela ha demostrado no ser inferior respecto a la anticoagulación oral antivitamina K en la prevención del ictus, pero no se conoce si ejerce alguna influencia sobre la incidencia del DC [39].

Control del ritmo cardíaco


La cardioversión eléctrica y la ablación de la FA pueden reestablecer el ritmo sinusal, mejorando así el gasto cardíaco y la perfusión cerebral. Ahora bien, los efectos del control del ritmo cardíaco sobre el estado cognitivo de los pacientes con FA todavía se desconocen [18].

Un reciente metaanálisis de cuatro estudios observacionales con un seguimiento medio de 4,5 años establece que la ablación mediante catéter en comparación con la no ablación confiere una protección significativa frente a la aparición de demencia, y el riesgo se reduce en algo más del 50% [40].

En cuanto al papel de la cardioversión eléctrica, algunos estudios recientes concluyen que la instauración del rimo sinusal mejora el flujo sanguíneo cerebral (medido por resonancia magnética cerebral y espectroscopia de infrarrojo), pero provoca un aumento del riesgo de microembolias cerebrales [33]. En la actualidad, se están realizando estudios para evaluar la función cognitiva y la incidencia de ictus cerebrales silentes tras la cardioversión eléctrica programada mediante secuencias ponderadas por difusión en la resonancia magnética cerebral (NCT03816865).

Control de la frecuencia


En un estudio en el que se monitorizaron los efectos de la respuesta ventricular en la FA y el DC durante un seguimiento de 10 años, los pacientes con FA y frecuencia ventricular baja o alta (definida como frecuencia media <50 o >90 latidos por minuto) presentaron mayor tasa de DC que los pacientes con FA y frecuencia ventricular moderada (entre 50-90 latidos por minuto) [32], pero esto no se ha podido demostrar en estudios posteriores.

Tratamiento antiinflamatorio


El tratamiento con estatinas parece mejorar los resultados cognitivos de los pacientes con FA [34]: en una cohorte de 34 pacientes con FA, el tratamiento combinado con atorvastatina y ezetimiba dio lugar a una reducción de los niveles de proteína C reactiva, IL-1, IL-9, IL-13, IL-17 e interferón gamma en comparación con el placebo, lo que se relacionó, tras 1 año de seguimiento, con la mejora de las puntuaciones de las pruebas cognitivas y la reducción de la pérdida de volumen en la amígdala y el hipocampo izquierdo. Estos resultados deben reproducirse en una cohorte mayor con un seguimiento más prolongado [2].
 

Conclusiones


En la actualidad, la FA y el DC constituyen un importante problema de salud a nivel mundial y se espera que su prevalencia aumente exponencialmente durante las próximas décadas. A pesar de que cada vez hay más evidencia de la relación entre ambas entidades, todavía se desconocen los mecanismos fisiopatológicos exactos que las relacionan y, aunque se presupone que gran parte de ellos son potencialmente tratables, no disponemos de suficiente conocimiento para establecer estrategias preventivas eficaces. Por ello, es necesario seguir investigando en este ámbito con el objetivo de comprender mejor la relación entre ambas entidades.

 

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Atrial fibrillation and cognitive impairment: a narrative review


Introduction. Atrial fibrillation (AF) is the most common arrhythmia in clinical practice and its incidence and prevalence increase with age, as does cognitive impairment (CI).

Development. Prospective observational studies have shown that AF can significantly increase the risk of stroke, which is an important cause of CI, but it has also been established that the association between the two diseases may be independent of stroke and other shared risk factors. However, the pathophysiological mechanism linking the two entities is still unclear as it is likely to be a multifactorial process (cardioembolic silent strokes, proinflammatory states and cerebral hypoperfusion), with preliminary evidence of a link between atrial cardiomyopathy without AF and cognitive dysfunction. The association between AF and CI raises the possibility that therapeutic interventions aimed at managing this arrhythmia may prevent or delay the onset of CI. Anticoagulation has been shown to significantly reduce the risk of stroke in patients with AF and, with it, the risk of CI, but the effect of other therapeutic interventions such as rhythm and rate control is inconclusive.

Conclusions. AF and CI are an important health problem worldwide and the demographic trend predicts exponential growth of both conditions in the coming years. Therefore, it seems necessary to increase our knowledge of the pathophysiological mechanisms related to them in order to establish effective preventive strategies.

Key words. Alzheimer’s disease. Anticoagulation. Atrial fibrillation. Cognitive impairment. Dementia. Stroke.
 

 

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