Aunque los estudios se han hecho en ratones, una proteína denominada GDF11 se ha mostrado capaz de rejuvenecer el cerebro y los músculos –entre ellos, el corazón– en dos investigaciones coordinadas por la Universidad de Harvard (Estados Unidos). Esta misma proteína actúa en el cuerpo humano.
Los investigadores se inspiraron en experimentos anteriores de parabiosis en los que se unió el aparato circulatorio de dos ratones de edades diferentes. En esos experimentos se había observado que los ratones más viejos recobraban el vigor que habían perdido, lo que hacía suponer que algo en la sangre de los ratones más jóvenes tenía un efecto rejuvenecedor.
Ahora se ha identificado la proteína GDF11 como una de las responsables de este rejuvenecimiento. Esta proteína se encuentra en cantidades mucho más altas en la sangre de ratones jóvenes que en la de ratones viejos, y se ha observado que favorece el crecimiento de nuevas neuronas y vasos sanguíneos en el cerebro, de modo que el cerebro de animales viejos vuelve a parecerse anatómicamente al de animales más jóvenes. Además, estas neuronas y vasos sanguíneos son funcionales, ya que se recuperan habilidades cognitivas que se habían perdido con el envejecimiento.
Una investigación paralela ha demostrado que se pueden reparar los daños del ADN en células madre musculares con inyecciones de GDF11. Los experimentos se han realizado con ratones que tenían una edad equivalente a 70 años en una persona y que han recuperado la fuerza, la resistencia y el tejido muscular de cuando eran más jóvenes.
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