Un estudio realizado en población japonesa sugiere que una mayor variabilidad de un día para otro de la presión arterial, independientemente del promedio de ésta, constituye un factor de riesgo de desarrollo de demencia, demencia vascular y enfermedad de Alzheimer.
Los investigadores del estudio Hisayama observaron a 1.674 adultos japoneses mayores de 60 años que no padecían demencia. El grupo incluía a personas con una presión arterial normal y con hipertensión. Aproximadamente el 40% tomaba algún fármaco para reducir la presión arterial.
Cada mañana, los participantes midieron su presión arterial en casa durante 28 días. Los investigadores supervisaron las lecturas de la presión arterial realizadas, buscaron señales de demencia en las pruebas de memoria y cognitivas, y revisaron el historial médico de los participantes para comprobar si habían padecido un ictus. A lo largo de un período de seguimiento de cinco años, 134 sujetos desarrollaron enfermedad de Alzheimer, y 47, demencia vascular.
Las personas cuya presión arterial sistólica fluctuaba de un día para otro tenían más del doble de probabilidades de desarrollar cualquier tipo de demencia o enfermedad de Alzheimer en comparación con las que mantenían una presión arterial más estable. Además, también tenían casi tres veces más probabilidades de desarrollar demencia vascular.
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