A los enzimas antioxidantes les compete la misión de mantener las especies reactivas de oxígeno en niveles aceptables, a los efectos de proteger a las células contra el daño oxidativo, un proceso que puede contribuir a la inducción de patologías como el cáncer, la artritis, la aterosclerosis y las enfermedades de Parkinson y Alzheimer.
Un reciente estudio ha investigado el papel de la peroxirredoxina, el principal enzima encargado de remover el peróxido de hidrógeno del interior de las mitocondrias. Según los científicos, la peroxirredoxina es uno de los pocos casos en que la misma proteína puede hallarse al mismo tiempo en más de un lugar dentro del orgánulo: en la matriz mitocondrial y en el espacio intermembranoso.
Una hipótesis plausible indica que en la matriz cumpliría la función de proteger al ADN mitocondrial contra el daño oxidativo, en el marco de una visión más clásica del papel de los enzimas antioxidantes, en tanto que en el espacio intermembranoso es posible que desempeñe una función regulatoria y participe en el proceso de formación de enlaces disulfuro entre las proteínas. Este tipo de unión química, que ocurre entre dos aminoácidos tipo cisteína, dota de una mayor estabilidad a las proteínas y, en algunos casos, puede resultar esencial para que la molécula ejerza sus funciones adecuadamente.
Uno de los proyectos futuros consiste en desarrollar una levadura modificada que exprese únicamente la isoforma de la peroxirredoxina presente en la matriz o sólo la isoforma encontrada en el espacio intermembranoso, con lo que podría analizarse individualmente cada una de las funciones de este enzima dentro de la mitocondria.
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