Un estudio de cohortes prospectivo realizado en Finlandia ha llegado a la conclusión de que hombres y mujeres de mediana edad que toman con frecuencia baños de sauna tienen un riesgo sustancialmente reducido de sufrir un ictus.
La investigación contó con una muestra de 1.628 finlandeses de ambos sexos, con una edad media de 62,7 años (rango: 53-74 años). Se definieron tres grupos, atendiendo a la frecuencia con la que tomaban la sauna (1, 2-3 o 4-7 sesiones por semana), durante un seguimiento medio de 14,9 años. En este tiempo se comunicaron 155 casos de ictus. Se encontró que quienes iban a la sauna al menos cuatro veces por semana tenían cerca de un 60% menos de probabilidades de sufrir un ictus a lo largo de los quince años siguientes, en comparación con las personas que sólo hacían una sesión de sauna a la semana. Así, la tasa anual de ictus era menor de 3 por cada 1.000 personas en el primer grupo, frente a una tasa de ictus de 8 por cada 1.000 entre las personas que sólo acudían una vez a la semana. La asociación entre frecuencia de sauna y riesgo de ictus no se modificó por la edad, sexo u otras características clínicas.
Estudios anteriores encontraron que los usuarios frecuentes de saunas tenían unas tasas más bajas de enfermedad cardíaca y demencia, en comparación con los usuarios infrecuentes. También hay evidencias de que las sesiones reducen la presión arterial y hacen que los vasos sanguíneos estén menos rígidos.
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