El sonido y el movimiento de los objetos que utilizamos influyen en la percepción que tenemos sobre el tamaño de nuestro cuerpo, según un nuevo estudio. El trabajo explica que cuando se produce un desajuste entre señales sensoriales, se efectúa una recalibración de la representación mental de la altura corporal.
Los investigadores han partido de la evidencia de que cuando se deja caer un objeto de las manos, el cerebro emplea modelos internos para predecir el momento en que el objeto llegará el suelo. Lo que los científicos han comprobado es que, al alargar artificialmente el tiempo que se tarda en escuchar el impacto, cambia la percepción corporal.
En el estudio participaron tres grupos de personas para realizar un experimento de laboratorio: se les pidió a los participantes que, estando de pie y con los ojos vendados, dejaran caer una bola de su mano a la altura de la cabeza. Los investigadores introdujeron de forma artificial diferentes retrasos en el período que la bola tarda en llegar al suelo y producir un sonido y vibraciones en el suelo. Los resultados muestran que, a medida que aumenta la percepción del tiempo que tarda la bola en llegar al suelo, también lo hace la percepción de los participantes sobre la altura y la longitud de sus piernas. Es decir, los participante se sienten más altos y realizan acciones como si sus piernas fueran más largas.
Esta recalibración de las representaciones mentales del cuerpo se ha investigado en numerosos estudios que han demostrado que el cuerpo intenta mantener una representación consistente con las señales sensoriales recibidas. La mayoría de estudios previos emplearon estimulación sensorial, pero esta nueva investigación muestra que incluso los objetos que nos rodean se utilizan para calcular el tamaño del cuerpo.
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