El mayor estudio hasta la fecha sobre la cuestión ha concluido que el cerebro de los pacientes con trastorno obsesivo compulsivo (TOC) se atasca en un bucle de «errores», de forma que los pacientes no pueden detenerse incluso si saben que deberían hacerlo.
Los investigadores combinaron los datos de diez estudios y de unos 250 pacientes y otros 250 voluntarios sanos, y se centraron en la red cingular opercular, una colección de áreas cerebrales que normalmente actúa como un monitor para detectar errores o la necesidad potencial de detener una acción, e involucra las áreas de toma de decisiones en la parte frontal del cerebro cuando detecta que algo está «apagado».
Hasta 484 niños y adultos participantes se sometieron a pruebas de resonancia magnética funcional mientras realizaban ciertas tareas. De los datos combinados surgió un patrón consistente: en comparación con los voluntarios sanos, las personas con TOC tenían mucha más actividad en las áreas específicas del cerebro involucradas en el reconocimiento de que estaban cometiendo un error, pero menos actividad en las áreas que podrían ayudarlos a detenerse.
Según los autores, a partir de los datos disponibles no puede decirse si las diferencias en la actividad son la causa o el resultado de tener TOC. Sin embargo, sugieren que los pacientes con TOC pueden tener un vínculo ineficiente entre el sistema cerebral que vincula su capacidad para reconocer errores y el sistema que gobierna su capacidad para hacer algo al respecto.
Palabras claveTrastorno obsesivo compulsivo CategoriasNeuropsiquiatría