Una modificación química en el principal antioxidante del té verde ha permitido aumentar su estabilidad en solución acuosa e incrementar su capacidad neuroprotectora in vitro.
Estudios previos habían documentado la capacidad de diversos polifenoles de origen vegetal para retardar la aparición de trastornos neurodegenerativos como la enfermedad de Alzheimer y la enfermedad de Parkinson. Este efecto suele relacionarse con la actividad antioxidante de estas moléculas y su capacidad para reducir los niveles de especies reactivas de oxígeno, incluyendo los radicales libres.
A diferencia del té negro, el té verde (Camellia sinensis) no se somete a un proceso de oxidación o aireación durante su procesado, por lo que sus componentes bioactivos no se ven alterados. Una taza de té verde contiene aproximadamente 80 mg de un compuesto antioxidante denominado galato de epigalocatequina (EGCG). Los investigadores llevaron a cabo la modificación del EGCG en agua, a 50 °C y con el enzima de una bacteria termófila. En presencia de peróxido de hidrógeno, que actúa como agente dañino para las neuronas, se observó que tanto el EGCG como el compuesto sintetizado por los investigadores aumentaban la viabilidad de las células neuronales. Lo más interesante fue comprobar que dicha protección era mayor con el compuesto sintetizado que con el EGCG.
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