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He revisado con mucho interés el artículo de Pérez-Álvarez et al publicado en Revista de Neurología [1], un trabajo bien desarrollado del cual desearía emitir algunos comentarios.
Los autores analizan el índice de cuerpo calloso y lo relacionan con la presencia de atrofia cerebral en los estadios iniciales de las enfermedades desmielinizantes. Comentan que los análisis volumétricos son de elección, pero que actualmente se encuentran confinados al ámbito de la investigación; sin embargo, el análisis volumétrico es práctica habitual en la planificación prequirúrgica de cirugía funcional y estructural del sistema nervioso [2].
El trabajo presenta una dificultad metodológica al utilizar estudios en equipos de resonancia magnética de 1,5 T y 3 T, con diferentes matrices, números y espesor de cortes (véase la tabla I del artículo). Esta falta de homogeneidad difiere de los estudios realizados por otros autores que utilizan el mismo tipo de resonancia magnética, bien de 1,5 T o de 3 T [2-4]. Granberg et al [4] utilizaron una resonancia magnética de 1,5 T en toda su serie, con un protocolo homogéneo en la matriz (256 × 256), aunque el espesor (entre 1,4 y 5 mm) y el número de cortes (entre 11 y 160) también fue variable. El metaánalisis de Vollmer et al [5] al que hacen referencia los autores, que concluye que la esclerosis múltiple no tratada tiene una pérdida de volumen cerebral anual del 0,7%, tampoco deja clara la homogeneidad del protocolo de volumetría utilizado. Esta falta de homogeneidad en los métodos puede alterar los resultados independientemente del análisis estadístico utilizado. Por otra parte, si no se conoce el volumen real del cerebro, no se podrá cuantificar adecuadamente el índice de cuerpo calloso.
Obviamente, siempre será más precisa la utilización de medidas cuantitativas tridimensionales sobre las bidimensionales, ya que el volumen es una magnitud métrica de tipo escalar definida como la extensión en tres dimensiones de una región del espacio.
En concreto, para realizar volumetrías fiables, mi experiencia personal es que la volumetría de las estructuras cerebrales –entre ellas, la del cuerpo calloso– se obtiene mejor cuando se utilizan equipos de resonancia magnética del mismo número de teslas, con un protocolo homogéneo en la matriz, número y espesor de cortes [2], y preferiblemente utilizar un número de cortes mayor o igual a 120 y de un espesor de 1 mm. Así, se podrá determinar el volumen de cada estructura de interés (normal o lesional) de la forma más correcta, es decir, en centímetros cúbicos, y relacionarlo con el volumen total del cerebro. Además, el estado actual de los datos digitales prácticamente deja en el pasado las mediciones manuales en el campo de las publicaciones científicas.
Bibliografía
↵1. Pérez-Álvarez AI, García-Rúa A, Suárez-Santos P, Castañón-Apilánez M, Ameijide-Sanluis E, Saiz-Ayala A, et al. Valoración de la atrofia cerebral en la esclerosis múltiple mediante el índice de cuerpo calloso. Rev Neurol 2018; 67: 417-24.
↵2. Valencia-Calderón C, Castro-Cevallos A, Calderón-Valdiviezo A, Escobar-Dávila R, Parra-Rosales F, et al. Neuronavigation in the surgical planning of callosotomy. Neurocirugia 2016; 27: 186-93.
↵3. Lenka A, Pasha SA, Mangalore S, George L, Jhunjhunwala KR, Bagepally BE, et al. Role of corpus callosum volumetry in differentiating the subtypes of progressive supranuclear palsy and early Parkinson’s disease. Mov Disord Clin Pract 2017; 22: 552-8.
↵4. Granberg T, Bergendal G, Shams S, Aspelin P, Kristoffersen-Wiberg M, Fredrikson S, et al. MRI-defined corpus callosal atrophy in multiple sclerosis: a comparison of volumetric measurements, corpus callosum area and index. J Neuroimaging 2015; 25: 996-1001.
↵5. Vollmer T, Signorovitch J, Huynh L, Galebach P, Kelley C, DiBernardo A, et al. The natural history of brain volume loss among patients with multiple sclerosis: a systematic literature review and meta-analysis. J Neurol Sci 2015; 357: 8-18.
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