Original

Traumatismo craneal por maltrato. Revisión de nuestra experiencia

I. Félez-Moliner, J.P. García-Íñiguez, M. Lafuente-Hidalgo, J. López-Pisón [REV NEUROL 2022;74:15-21] PMID: 34927701 DOI: https://doi.org/10.33588/rn.7401.2021238 OPEN ACCESS
Volumen 74 | Número 01 | Nº de lecturas del artículo 8.944 | Nº de descargas del PDF 224 | Fecha de publicación del artículo 01/01/2022
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RESUMEN Artículo en español English version
Introducción El traumatismo craneal por maltrato (TCM) se define como todo traumatismo que ocasiona lesiones intracraneales debido a un impacto directo infligido y/o zarandeo, y se caracteriza por la tríada de encefalopatía, hemorragias retinianas y hematoma subdural. El objetivo de este estudio es conocer las características epidemiológicas, clínicas y radiológicas, así como las secuelas de los pacientes diagnosticados de TCM.

Pacientes y métodos Estudio descriptivo observacional retrospectivo de los 19 pacientes diagnosticados de TCM en un hospital terciario entre 1990 y 2018, ambos inclusive.

Resultados La edad media de los afectados fue de 5,5 meses y existe paridad entre ambos sexos. Las anamnesis aportadas por los cuidadores fueron: ausencia de traumatismo (n = 9), antecedente de caída (n = 6) y zarandeo (n = 4). La clínica inicial más prevalente fueron los síntomas graves, y las convulsiones fueron el síntoma más frecuente (n = 8). Quince pacientes presentaron hemorragias retinianas y otros 15, hematoma subdural o higroma. Dos pacientes fallecieron, siete presentaron secuelas en el alta y 10 de los 12 pacientes en los que se realizó seguimiento presentaron secuelas tardías manifestadas como secuelas cognitivas/comportamiento (n = 5) o como secuelas neurológicas (n = 6).

Conclusiones Las características epidemiológicas, clínicas y radiológicas son muy similares a las publicadas en la bibliografía. La presencia de secuelas es prevalente y éstas se manifiestan tanto como problemas cognitivos y de comportamiento como por secuelas neurológicas.
Palabras claveHematoma subduralHemorragias retinianasSecuelas precocesSecuelas tardíasSíndrome del lactante zarandeadoTraumatismo craneal por maltrato CategoriasTraumatismos
TEXTO COMPLETO (solo disponible en lengua castellana / Only available in Spanish)

Introducción


El traumatismo craneal por maltrato (TCM) se define como el traumatismo que implica daño en estructuras intracraneales o cerebrales en niños menores de 5 años como consecuencia de un trauma directo, zarandeo, o ambos [1]. Este término fue introducido en 2009 por la Sociedad Americana de Pediatría con el objetivo de sustituir el término de síndrome de lactante zarandeado y centrar la atención en la clínica más que en el mecanismo de producción [2]. La incidencia estimada en el primer año de vida es de 32-38 casos por cada 100.000 niños al año [3].

El TCM se caracteriza por la siguiente tríada: encefalopatía, hematoma subdural y hemorragias retinianas. Sin embargo, las manifestaciones clínicas iniciales varían desde síntomas inespecíficos a complicaciones graves [4], dificultando el diagnóstico inicial y favoreciendo la reincidencia [5].

Tras un TCM, el 11-36% de los pacientes fallece [6] y el 64%-85% presenta secuelas moderadas-graves [7,8]. Los tipos de secuelas son múltiples y variables, con una alta incidencia de secuelas visuales, neurológicas, retraso del aprendizaje y alteraciones del sueño o del comportamiento [8].

El objetivo de este estudio es analizar las características epidemiológicas, clínicas y radiológicas, así como las secuelas precoces y tardías de los pacientes diagnosticados de TCM en nuestro centro.
 

Pacientes y métodos


Es un estudio descriptivo observacional retrospectivo de los casos diagnosticados de TCM incluidos en la base de datos de la sección de neuropediatría de un hospital terciario desde mayo de 1990 hasta 2018, ambos inclusive, con una muestra total de 19 pacientes. El estudio fue aprobado por el Comité Ético de Investigación Clínica de Aragón.

Los datos se obtuvieron de forma retrospectiva a partir de la historia clínica. Se revisaron los antecedentes familiares y personales, la exploración física, los informes de radiología y de alta, y los informes de neuropediatría de los pacientes cuyo seguimiento se había realizado en este hospital.

La base de datos se realizó con el programa Microsoft Excel y el análisis estadístico con el programa SPSS.
 

Resultados


Se analizó una muestra de 19 pacientes compuesta por nueve mujeres (47,4%) y 10 varones (52,6%). La edad media era de 5,5 meses –desviación estándar (DE): 4–. Las características epidemiológicas, clínicas, radiológicas y de la evolución posterior quedan reflejadas en las tablas I y II.

 

Tabla I. Fisiopatología, clínica y exploraciones complementarias.
 
Edad

Sexo

Enfermedad crónica

Episodio previo

Mecanismo

Clínica

Hemorragias retinianas

TC

1

4 m

Varón
 
No

No consta

Convulsión, somnolencia, fontanela abombada

PC: 46,5 (DE: 3,39)

Bilaterales + múltiples

Polo posterior + periferia

Hemorragia vítrea

Hematoma subdural bilateral

HSA

2

2 m

Varón

Síndrome de Waardenburg, RGE

No

No consta

Apnea tras vómito, PCR

PC: 42,5 cm (DE: 1,8)

Bilaterales + múltiples

Polo posterior

Higroma bilateral

3

6 m

Varón

No

No

No consta

Convulsión, fontanela abombada

PC: no consta. Fallecido

Bilaterales + múltiples

Polo posterior + periferia

Hemorragia vítrea

Lesiones hipóxico-isquémicas

4

26 d

Mujer

No

No

Zarandeo tras juego

Vómito, PCR

PC: no consta. Fallecido

Bilaterales + múltiples

Polo posterior + periferia

Hematoma subdural bilateral

Hematoma epidural, HIV

5

12 m

Varón

No

Traumatismo

Caída desde su altura

Vómito

PC: 47 cm (DE: 0,61)

Bilaterales + múltiples

Polo posterior

Normal

6

5 m

Mujer

No

No

Caída desde el sofá

Vómito, irritabilidad, somnolencia, fontanela abombada

PC: 43,5cm (DE: 1,77)

Bilaterales + múltiples

Polo posterior + periferia

Hematoma subdural frontal izquierdo

7

3 m

Mujer

Osteogenia imperfecta

No

Zarandeo tras llanto

Convulsión, fontanela abombada

PC: 41,5 cm (DE: –0,3)

Bilaterales + múltiples

Polo posterior

Hematoma subdural bilateral

HSA, Edema cerebral

Hemorragia parenquimatosa focal

8

8 m

Mujer

No

No

Caída desde trona (dudoso)

Convulsión, fontanela abombada

PC: 43cm (DE: 2,74)

Unilaterales + múltiples

Polo posterior

Hematoma subdural frontal derecho

9

9 m

Mujer

No

Espasmo sollozo

Caída desde sofá

Convulsión, somnolencia

PC: 45,5cm (DE: 1,38)

Normal

Hematoma subdural frontal izquierdo

Atrofia frontal bilateral

10

2 m

Varón

No

Encefalopatía aguda

No consta

Irritabilidad, fontanela abombada

PC: 45,5cm (DE: 1,38)

Bilaterales + múltiples

Polo posterior

Higroma bilateral

HSA

11

12 m

Mujer

Displasia broncopulmonar

No

No consta

Convulsión

PC: 44 cm (DE: –0,88)

Unilaterales + múltiples

Polo posterior + periferia

Normal

12

4 m

Mujer

No

Estancamiento ponderal

Zarandeo tras juego

Aumento del perímetro cefálico y fontanela abombada

PC: 45 cm (DE: 3,15)

Bilaterales + múltiples

Polo posterior + periferia

Higroma bilateral

Atrofia difusa

13

7 m

Varón

No

No

No consta

Somnolencia, fontanela abombada

PC: 47 cm (DE: 2,24)

Bilaterales + múltiples

Polo posterior + periferia

Hematoma subdural bilateral

14

1 m

Varón

Encefalopatía hipóxico-isquémica

No

No consta

Convulsión, PCR

PC: 39,2 cm (DE: 1,02)

Normal

Higroma bilateral

15

7 m

Mujer

No

No

Caída en la bañera hace tres días

Somnolencia e irritabilidad

PC: 45 cm (DE: 1,55)

Unilaterales + múltiples

Polo posterior + periferia

Higroma bilateral

Lesión isquémica aguda

16

2 m

Varón

Encefalopatía prenatal

No

No consta

Fontanela abombada, ojos en sol poniente sin seguimiento visual

PC: 43,5 cm (DE: 2,9)

Unilaterales + múltiples

Polo posterior + periferia

Hemorragia vítrea

Higroma bilateral

Agenesia parcial cuerpo calloso. Ventrículos laterales dilatados Encefalomalacia

17

2 m

Mujer

No

Vómitos

Zarandeo tras
llanto

Vómitos, somnolencia, fontanela abombada

PC: 43,5 cm (DE: 3,36)

Bilaterales + múltiples

Polo posterior + periferia

Hematoma subdural hemisférico izquierdo

18

2 m

Varón

No

Crisis convulsiva febril frente a sintomática

Caída desde los brazos

Irritabilidad

PC: 49 cm (DE: 1,23)

Normal

Hematoma epidural

19

5 m

Varón

Displasia broncopulmonar
 
No consta

Convulsión

No consta

Hematoma subdural bilateral

D: días; DE: desviación estándar; HIV: hemorragia intraventricular; HSA: hemorragia subaracnoidea; m: meses; PC: perímetro cefálico; PCR: parada cardiorrespiratoria; TC: tomografía computarizada.

 

Tabla II. Seguimiento. Secuelas precoces y tardías.
 
UCI

Secuelas al alta

Seguimiento/tiempo

Secuelas a posteriori

1



Macrocefalia

Escasa movilidad espontánea

Hipertonía de las extremidades

No contacto visual

Sí/22 meses

Epilepsia,

Retraso global del desarrollo

Dificultad de alimentación (atragantamientos frecuentes)

2



Hipoacusia

Hipertonía de las extremidades

No

No consta

3



Fallecido





4



Fallecido





5

No

No

Sí/16 meses

No

6

No

No

No

No consta

7



Hipertonía de las extremidades

Escaso contacto visual

Sí/12 meses

Retraso global del desarrollo Microcefalia

8

No

No

No

No consta

9

No

No

No

No consta

10



No

Sí/14 años

Déficit visual

Estrabismo divergente

11



Hipotonía axial y de las extremidades

Sí/6 años

Trastorno del comportamiento/ánimo

Retraso en el aprendizaje

Problemas de atención

12

No

No

Sí/8 años

Problemas de atención

13



No

Sí/18 meses

No

14



Hipotonía axial

Hipertonía de las extremidades

Escaso contacto visual

Encefalopatía difusa

Sí/14 años

Parálisis cerebral

Epilepsia

15



Escasos movimientos espontáneos

Escaso contacto visual

Sin sonrisa social

Estrabismo convergente

Sí/13 años

Epilepsia parcial

Problemas de atención

16

No

Estrabismo divergente

Sí/11 años

Epilepsia

Déficit visual

Parálisis cerebral

17

No

No

No

No consta

18



No

Sí/3 años

Retraso en el aprendizaje

19



No

Sí/10 años

Retraso en el aprendizaje

Trastorno de ánimo

Problemas de atención

UCI: unidad de cuidados intensivos.

 

La media de la edad gestacional era de 38,2 semanas (DE: 2,9), el antecedente de prematuridad estaba presente en dos pacientes (10,5%) y el de enfermedad crónica en seis (31,6%): síndrome de Waardenburg y reflujo gastroesofágico, osteogenia imperfecta de tipo I diagnosticada a raíz del episodio, encefalopatía hipóxico-isquémica, encefalopatía prenatal sin diagnóstico etiológico establecido y displasia broncopulmonar en dos pacientes (pacientes 2, 7, 14, 16, 11 y 19, respectivamente).

Previo al episodio de TCM, seis pacientes (31,6%) fueron valorados previamente por un episodio que podría estar relacionado con el diagnóstico final de TCM: traumatismo craneal, espasmo del sollozo, encefalopatía aguda, estancamiento ponderal, vómitos y crisis convulsiva febril frente a sintomática tras una caída (pacientes 5, 9, 10, 12, 17 y 18, respectivamente).

La historia más frecuentemente aportada fue la ausencia de antecedente traumático en nueve pacientes (47,4%), el antecedente de una caída leve en seis pacientes (31,6%), y el antecedente del zarandeo en cuatro pacientes (19%), el cual fue motivado por el llanto intenso y el juego en dos pacientes, respectivamente.

El principal síntoma fueron las convulsiones en ocho pacientes, seguido por somnolencia o disminución del nivel de conciencia en seis, vómitos en cinco, irritabilidad en cuatro, parada cardiorrespiratoria en tres y apnea en uno. La fontanela abombada estaba presente en 10 pacientes y el perímetro cefálico en el ingreso superior a 2 DE (Tabla I) estuvo presente en seis: se normalizó en tres de ellos (1, 16 y 17) y persistió en los otros tres (10, 12 y 13) durante todo el seguimiento (12 años, 6 años y 18 meses, respectivamente).

La puntuación inicial de la escala de coma de Glasgow consta en 13 pacientes, con una media de 10,2 (DE: 5,5). En la exploración física, ocho pacientes (42,1%) presentaron hematomas, pero ninguno lesiones cervicales o abdominales. El estudio de serie ósea se realizó en 12 pacientes (63,2%), de los cuales tres presentaban fracturas: en la zona costal y diafisometafisaria del radio (paciente 1); craneal y costal (paciente 7) y craneal (paciente 18).

El fondo de ojo se realizó en todos los pacientes excepto en uno, el cual fue atendido en un hospital de Bolivia. El tiempo de realización fue menor o igual a 24 horas en 10 pacientes (52,6%), la media fue de 2,7 días (DE: 3,3) y el intervalo desde 1 hasta 15 días. Las hemorragias retinianas estaban presentes en 15 pacientes (78,9%), y fueron bilaterales en 11, múltiples en 15 y con extensión hasta la periferia en 10.

En todos los casos se realizó tomografía computarizada (TC) craneal; las principales alteraciones encontradas fueron: hematoma subdural en nueve pacientes, en los cuales fue bilateral en cinco, e higroma bilateral en seis. Otras lesiones fueron: hemorragia subaracnoidea en tres pacientes, hematoma epidural en dos, hemorragia parenquimatosa asociada a edema cerebral en uno, hemorragia intraventricular en uno y lesiones hipóxico-isquémicas en uno, mientras que dos pacientes no presentaron alteraciones. Aparte de las lesiones descritas, el paciente 16 presentó agenesia parcial del cuerpo calloso asociada a áreas de encefalomalacia en relación con una encefalopatía prenatal. En cinco pacientes se completó el estudio con resonancia magnética. En tres de ellos se realizó en el momento agudo y presentaron alteraciones similares a las halladas en la TC, mientras que en dos casos se realizó años después y no se encontraron alteraciones en uno de ellos (paciente 10), mientras que en el otro se objetivó encefalomalacia asociada a atrofia cortical de probable origen postraumático (paciente 15).

En todos los pacientes se realizó un estudio básico analítico con hemograma bioquímica y coagulación, mientras que el estudio metabólico de ácidos orgánicos en la orina y el cribado infeccioso (toxoplasmosis, rubéola, citomegalovirus, herpes simple) se realizaron en 15 (78,9%) y en ocho pacientes (38,1%), respectivamente, sin mostrar en ningún caso alteraciones reseñables.

Doce pacientes ingresaron en la unidad de cuidados intensivos pediátricos (63,2%), con una media de 7,1 días ingresados (DE: 10), y la media total de ingreso fue de 19 días (DE: 14,9). Tres pacientes precisaron neurocirugía para drenaje de los hematomas (14,3%) (casos 1, 14 y 19).

De los 19 pacientes, dos (10%) fallecieron durante el ingreso y siete (36,8%) presentaron secuelas al alta: retraso psicomotor con escaso contacto visual en cuatro pacientes, hipertonía de las extremidades o escasos movimientos espontáneos en cinco, hipotonía axial en dos y dificultad de deglución, macrocefalia o hipoacusia en uno, respectivamente.

El seguimiento posterior se pudo completar en 12 pacientes, de los cuales 10 (83%) presentaron secuelas tardías: tres, retraso del aprendizaje; dos, trastorno del ánimo/comportamiento; cuatro, problemas de atención; cuatro, epilepsia; dos, déficit visual; dos, parálisis cerebral, y otros dos, retraso global del desarrollo.

El período de seguimiento fue de siete años de media (DE: 5,2), con un intervalo comprendido entre 12 meses y 14 años. De los pacientes que presentaron secuelas tardías (n = 10), el seguimiento se realizó durante toda la infancia o hasta la actualidad en siete, dejando el control por causas desconocidas los pacientes 7, 11 y 18, con uno, seis y tres años, respectivamente. Dos pacientes (5 y 13) no presentaron secuelas y su seguimiento fue interrumpido antes de los 18 meses.
 

Discusión


El TCM se caracteriza por afectar fundamentalmente a lactantes varones menores de 1 año [4,9]. En nuestra serie de casos, encontramos paridad en ambos sexos, con una media de edad de 5,5 meses, que se correlaciona con otros estudios realizados [7,10,11].

Es habitual que no se refiera un antecedente traumático previo o que haya un antecedente de una caída desde poca altura [9,12], pero la confesión de lo ocurrido por parte de los causantes es rara [13]. En nuestra serie de casos, sólo el 19% reconoció haber zarandeado a su hijo.

El llanto se considera el principal desencadenante del zarandeo [14]. Llama la atención que el zarandeo durante el juego, a pesar de estar registrado en dos de los casos, no está descrito en la bibliografía como un desencadenante típico [4,14-16].

Diferentes series de casos muestran cómo una presentación clínica inicial más grave prevalece sobre la leve [7,10,17]. En nuestro estudio, también encontramos mayor prevalencia de los síntomas iniciales graves (convulsiones, parada cardiorrespiratoria, somnolencia o disminución del nivel de conciencia), mientras que los síntomas inespecíficos se manifestaron de forma aislada en el 21% de la muestra (pacientes 5, 10, 12 y 18).

A pesar de que el síndrome de TCM se caracteriza por la tríada típica de encefalopatía, hemorragias retinianas y hematoma subdural, no es indispensable presentar todas las alteraciones para establecer un diagnóstico certero; sólo el 52,6% de nuestros casos (pacientes 1, 2, 4, 6, 7, 8, 13, 15, 16 y 17) presentaba la tríada completa.

Se considera que el TCM está infradiagnosticado, y, según el estudio de Jenny et al [5], hasta un 30% de los pacientes diagnosticados de TCM había sido valorado previamente por un episodio, con clínica leve o inespecífica, que podría tener relación. En nuestro estudio encontramos un porcentaje similar, pero llama la atención que dos pacientes con clínica grave, encefalopatía (paciente 10) y convulsión (paciente 18), no fueron identificados adecuadamente. El paciente 10 se publicó para mostrar la importancia que tiene plantear el TCM en el diagnóstico diferencial inicial de la encefalopatía aguda [18].

El diagnóstico de TCM puede no ser fácil en muchas ocasiones, puesto que la clínica de presentación es muy variada y patologías frecuentes en pediatría pueden enmascararlo; el paciente 8 es un ejemplo de ello: presentó una crisis convulsiva febril compleja y fue al realizar la TC cuando se estableció el diagnóstico final de TCM [19]. También puede ocurrir al revés, que otras patologías simulen un TCM, como el caso 7, que fue diagnosticado de osteogenia imperfecta de tipo I a raíz de las pruebas complementarias realizadas durante el episodio de TCM [20].

Es importante tener en cuenta que la intencionalidad de dañar por parte de los cuidadores puede ser cuestionable y que, en muchas ocasiones, sólo se puede establecer un diagnóstico de sospecha, sin que esto exima de cursar parte al juzgado. Por ello, debido a las graves consecuencias en morbimortalidad y aspectos medicolegales, es importante realizar un buen diagnóstico diferencial y tener en cuenta todas las enfermedades que pueden imitar clínica y radiológicamente el TCM [21]. Entre éstas destaca la hidrocefalia externa benigna, la cual se caracteriza por macrocefalia e incremento del espacio subaracnoideo y de los ventrículos laterales, que puede asociar hematoma subdural por rotura de los vasos puentes que atraviesan este espacio [22,23]. Éste fue uno de los diagnósticos diferenciales que se planteó en el caso 12, dado que el motivo que propició el estudio fue el incremento rápido del perímetro cefálico sin asociar sintomatología neurológica, y se objetivó en la TC un aumento del espacio pericerebral con signos de atrofia encefálica; tras el estudio realizado, se estableció el diagnóstico de sospecha de TCM y se cursó parte al juzgado. Otras entidades que hay que tener en cuenta son enfermedades metabólicas, como la aciduria glutárica de tipo 1 y la enfermedad de Menkes, que también comparten características con el TCM [21], lo que puede llevar al error diagnóstico [24]. El cribado de enfermedades metabólicas se realizó en un gran porcentaje de nuestros pacientes (78,9%).

Es importante que la primera evaluación oftalmológica se realice en las primeras 24 horas [24]. En nuestra serie se realizó en el tiempo apropiado en la mitad de los pacientes, pero ésta se prolongó hasta 15 días en uno de ellos, lo que pone de manifiesto la dificultad que supone la aproximación diagnóstica inicial.

En cuanto a los hallazgos de la neuroimagen, el hematoma y el higroma subdural son las alteraciones más frecuentes de nuestro estudio (76,2%), porcentaje similar a otras series de casos [7,10]. Sin embargo, también pueden darse otro tipo de lesiones, como el hematoma epidural, la hemorragia subaracnoidea o parenquimatosa, el edema cerebral o lesiones de hipoxia-isquemia [25]. La descripción radiológica de higroma no se puede interpretar como signo indiscutible de cronicidad y no es fiable estadificar el tiempo de las lesiones en función de este criterio [26]. Por ello, no incidiremos en si su presencia implica cronicidad o reincidencia del zarandeo.

Las lesiones intracraneales y las hemorragias retinianas coexisten en el 97% de los casos de TCM. Sin embargo, un pequeño porcentaje de los pacientes del estudio de Maguire et al [27] presentó hemorragias retinianas y clínica neurológica sin asociar lesiones intracraneales inicialmente, que se manifestaron posteriormente al repetir la TC. En nuestro estudio, los pacientes 5 y 11 tampoco presentaron lesiones intracraneales a pesar de asociar hemorragias retinianas y clínica neurológica. A pesar de ello, la prueba de neuroimagen no se repitió.

Las secuelas tras un TCM son múltiples y variables; se estima que sólo el 8-36% de los pacientes no presenta ninguna secuela [8], lo cual concuerda con lo objetivado en nuestro estudio. El estudio de Lind et al [8] realizó un seguimiento a pacientes afectos de TCM durante ocho años y obtuvo los siguientes resultados: el 45% de los pacientes presentaba déficits motores; el 38%, epilepsia; el 45%, déficit visual; el 49%, déficit de comprensión; el 79%, déficit de atención; y el 53%, problemas de comportamiento. En cuanto a nuestro estudio, no podemos sacar conclusiones sobre las secuelas tardías por falta de datos del seguimiento de los pacientes. A pesar de ello, es preciso mencionar a los pacientes 14 y 16; ambos presentaron secuelas tardías graves, pero tenían como antecedentes encefalopatía prenatal y encefalopatía hipóxico-isquémica, respectivamente; por tanto, no podemos estimar qué porcentaje de secuelas se debe a su enfermedad de base o al TCM.

Además, se ha descrito un período libre de síntomas en el que pacientes que se encontraban asintomáticos presentan secuelas tardías meses o años después. El estudio de Bonnier et al [28] puso de manifiesto este hecho, y las secuelas que más tardíamente se manifestaban eran el retraso de aprendizaje, detectado alrededor de los 24 meses, y los problemas de comportamiento, detectados entre los tres y los seis años. En nuestro estudio, encon­tramos cómo este período libre de síntomas se objetiva en el 15,7% de la muestra (pacientes 10, 18, 19), y las secuelas predominantes son los problemas cognitivos y de comportamiento. Cabe destacar a los pacientes 5 y 13, que no presentaron secuelas pese a realizarse un seguimiento posterior; esto puede deberse a que el tiempo de seguimiento fue escaso (menor de 18 meses).
 

Conclusiones


El TCM se caracteriza por afectar a lactantes menores de 1 año, que presentan como antecedente una caída leve o ausencia de traumatismo. La sintomatología inicial grave prevalece sobre la inespecífica y las convulsiones son el síntoma más frecuente. El diagnóstico de los casos de TCM supone un reto y hasta un tercio de los casos había consultado previamente al diagnóstico por síntomas que podrían tener relación con el TCM.

La presencia de secuelas es prevalente y éstas se manifiestan tanto como problemas cognitivos y de comportamiento como por secuelas neurológicas. En algunos casos, existe un período libre de síntomas entre el estado del paciente en el alta hospitalaria y la aparición de las secuelas, y éstas son principalmente problemas cognitivos.

 

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Abusive head trauma. A review of our experience

Introduction. Abusive head trauma (AHT) is defined as an injury to the skull or intracranial contents due to inflicted blunt impact and/or shaking. It is characterized by the triad: encephalopathy, retinal haemorrhages and subdural hematoma. The main objective is to know the epidemiological, clinical and radiological characteristics; as well as the short and long term outcomes of patients diagnosed with AHT.

Patients and methods. It is a descriptive, observational and retrospective study of the 19 patients diagnosed with AHT at a tertiary hospital from 1990 to 2018, both included.

Results. The mean age of the patients was 5,5 months with parity between both sexes. The principal medical histories reported were: absence of trauma (n = 9), history of a short fall (n = 6) and shaking (n = 4). The most frequent initial presentation was severe, and seizures was the main symptom (n = 8). Retinal haemorrhages were present in fifteen patients and subdural hematoma or hygroma in fifteen patients. Two patients died, seven presented short-term outcomes, and ten of the twelve patients who were performed a follow-up presented long-term outcomes. These outcomes were manifested as cognitive or behavioural disorders (n = 5) or as neurological disorders (n = 6).

Conclusions. The epidemiological, clinical and radiological characteristics found are very similar to those reported in the literature. The prevalence of outcomes is high and they appear as cognitive or behavioural disorders.

Key words. Abusive head trauma. Early outcomes. Long-term outcomes. Retinal haemorrhages. Shaken baby syndrome. Subdural hematoma.

 

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