Revisión

Don Quijote de la Mancha y la descripción del sueño bifásico en la literatura española

P.E. Balcarce-Bautista [REV NEUROL 2023;77:95-100] PMID: 37489857 DOI: https://doi.org/10.33588/rn.7704.2023144 OPEN ACCESS
Volumen 77 | Número 04 | Nº de lecturas del artículo 6.474 | Nº de descargas del PDF 135 | Fecha de publicación del artículo 16/08/2023
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RESUMEN Artículo en español English version
Introducción El sueño bifásico o segmentado es el hábito de dormir un primer y un segundo sueño separados por una vigilia. El historiador Ekirch describe que así se dormía en los tiempos preindustriales antes de la potente iluminación artificial. Se basó en textos en diferentes idiomas, desde la Antigüedad hasta el siglo xx, pero llama la atención la ausencia de fuentes en español.

Objetivo Se revisó la literatura española en busca de referencias al sueño bifásico usando como palabras clave ‘primer sueño’ y ‘a los primeros gallos’.

Desarrollo En la segunda parte de Don Quijote de la Mancha (capítulo 68), Cervantes describe el sueño bifásico con notable acierto, correlacionando los biotipos de Quijote y Sancho con sus temperamentos y hábitos de sueño y alimentarios. Curiosamente, Ekirch cita el capítulo, pero no el sueño bifásico. En esta revisión reproduzco 11 textos en español (siglos xiii a xix), mayormente obras clásicas, que lo refieren, disponiendo sus fases en coincidencia con las horas en que se dividía la noche en la era preindustrial: 20:00-21:00 a 00:00, primer sueño; 00:00 a 03:00, vigilia; 03:00 a 06:00, segundo sueño. La Celestina aporta datos significativos. Estudios recientes probaron que este hábito es fisiológico y se adapta al estilo de vida que lo requiere.

Conclusiones Se identifican y citan por primera vez referencias al sueño bifásico en la literatura española, confirmando la hipótesis de Ekirch. El Quijote lo describe con mayor amplitud y agudeza.
Palabras claveDon QuijoteEra preindustrialLiteratura españolaPrimer sueñoSueño bifásicoSueño segmentado CategoriasNeuropsiquiatríaSueño
TEXTO COMPLETO (solo disponible en lengua castellana / Only available in Spanish)

Introducción


El sueño bifásico o segmentado es el hábito nocturno de dormir en dos partes separadas por una vigilia. Característico de los animales, y normal en los niños y en los adultos que duermen siesta o guardan reposo en cama por más de 24 horas [1], no fue hasta que Ekirch descubriera las frecuentes referencias a éste en diferentes fuentes del pasado preindustrial [2] que se debatió su importancia fisiológica y cultural. Ekirch afirma que, hasta el final de la Edad Moderna, los europeos occidentales dormían casi todas las noches dos sueños principales puenteados por una vigilia de una o más horas. El período inicial generalmente se denominaba ‘primer sueño’, y el intermedio ‘watch’ o ‘watching’, para indicar un estado de vigilia. Durante ésta, la gente podía hacer diferentes actividades, desde las fisiológicas, hasta alimentar el fuego, registrar el entorno o controlar los animales, entre otras. El siguiente período se llamaba sueño ‘segundo’ o ‘matutino’. Ambas fases duraban, aproximadamente, lo mismo.

Ekirch encontró descripciones de esta forma de dormir en casi todos los continentes, incluso en los pueblos ecuatoriales. Sin embargo, dicho hábito se fue extinguiendo con el surgimiento de la era industrial y la extensión de la iluminación artificial. Las personas comenzaron a acostarse más tarde alargando su jornada hasta bien entrada la noche, con lo cual el sueño se hizo más compacto [1]. Lo curioso, que motiva esta revisión, es la ausencia de referencias en español al ‘primer sueño’ en la extensa casuística de Ekirch, que abarca 174 fuentes desde los clásicos grecolatinos hasta el siglo xx [3]. A pesar de esta abrumadora evidencia, se ha cuestionado recientemente la universalidad del sueño bifásico [4].
 

Desarrollo


Siendo tan constantes a lo largo del tiempo y las culturas las referencias al sueño segmentado, parecía inconcebible que no las hubiera en español, sospecha que quedó despejada tras una búsqueda minuciosa en Google, para la que resultó exitosa la clave ‘primer sueño’. Sin embargo, el sentido equívoco de la palabra sueño en español –vale para dormir y para soñar, lo que no ocurre en otras lenguas romances ni en las germánicas–, me obligó a revisar cada material para conocer su significado según el contexto. Seguidamente, las fuentes.

La mejor, el Quijote


En la segunda parte de Don Quijote (1615), capítulo LXVIII, Cervantes pinta la siguiente escena:

‘Era la noche algo escura, puesto que la luna estaba en el cielo; pero no en parte que pudiese ser vista: que tal vez la señora Diana se va a pasear a los antípodas, y deja los montes negros y los valles escuros. Cumplió don Quijote con la naturaleza durmiendo el primer sueño, sin dar lugar al segundo; bien al revés de Sancho, que nunca tuvo segundo, porque le duraba el sueño desde la noche hasta la mañana, en que se mostraba su buena complexión y pocos cuidados. Los de don Quijote le desvelaron de manera, que despertó a Sancho, y le dijo: …’ [5].

 

No hay duda de que ‘primer y segundo sueño’ son expresiones empleadas por Cervantes para referirse a una situación natural en la que contrasta genialmente el sueño de Quijote con el de Sancho, que duerme de corrido, lo cual atribuye a su fortaleza, enjundia y falta de preocupaciones, y son estas últimas, que nunca le faltaban a Quijote, causa de su despertar. A pesar de que se dice que Quijote cumplió naturalmente su primer sueño, no tendrá un segundo, mientras Sancho, que nunca tenía segundo porque dormía enteramente hasta la mañana, volverá a dormirse. Es interesante cómo Cervantes hace depender la aparición del sueño dual de la condición propia de cada personaje, el hiperactivo y excitado se desvela por sus ansiedades, y el pasivo y sedentario duerme sin sobresaltos:

‘Maravillado estoy, Sancho, de la libertad de tu condición; (…) Yo velo cuando tú duermes; yo lloro cuando cantas; yo me desmayo de ayuno cuanto tú estás perezoso y desalentado de puro harto.’

 

Notablemente, expone aquí tres funciones íntimamente relacionadas entre sí en los planos neurobiológico y clínico, el sueño, el humor y el apetito, contraponiendo los estados extremos de estos en cada personaje: insomnio-hipersomnia, tristeza-alegría, hiporexia-hiperfagia. Seguidamente, Quijote invita a su escudero:    

‘Mira la serenidad desta noche, la soledad en que estamos, que nos convida a entremeter alguna vigilia entre nuestro sueño’ (Fig. 1).

 


Figura 1. Quijote y Sancho descansando bajo un árbol. Honoré Daumier, 1864-1866. (Tomado de https://wikioo.org/es/paintings.php? refarticle=7Z3NGV.)






 

Luego, Quijote da señal de que no piensa volver a dormir e invita a Sancho a que lo acompañe, pero la negativa de éste a cumplir el pedido de su amo le arrancó una diatriba que el escudero replicó con una apología sobre el sueño que, entre otras cosas, dice ‘que iguala al pastor con el rey y al simple con el discreto’. Ekirch reproduce este pasaje en su versión inglesa [1] por su similitud con un soneto de sir Philip Sidney sobre el sueño, al que este llama: ‘el juez indiferente entre lo alto y lo bajo’. El hecho curioso de que Ekirch reprodujera un pasaje del capítulo donde Cervantes habla de primer y segundo sueño y de la vigilia, y que no lo haya citado, merece una explicación. Evidentemente, Ekirch no leyó el Quijote, o a lo menos no ese capítulo, y, según parece, tampoco hizo una búsqueda en Google combinando los términos ‘Quixote’ y ‘first sleep’, porque hubiese encontrado que la más alta cumbre de la literatura española había dedicado un episodio a describir con penetración el hábito que, con tanta perspicacia, él mismo había rescatado de la noche de los tiempos preindustriales. La explicación es simple: la fuente de Ekirch fue el Libro de proverbios, máximas y frases familiares de Burton E. Stevenson (New York, 1948), en el que era más probable encontrar citas de definiciones sobre el sueño, como las de Sidney y la de Sancho, que menciones al primer sueño.

Las otras fuentes

Comienzo con el Fénix de los Ingenios (1617):

‘… y más si había venido a la hora que suele, que hallarse en los brazos lo que se ama, después del primer sueño, todos convienen que es el mayor gusto’ (p. 61) [6].

 

También de Lope es este diálogo entre don Fernando y Julio, su ayo, en la escena cuarta, acto I, de La Dorotea (1632):

‘Jul.— ¿No has dormido?

Fer.— Poco y con mil congojas.

Jul.— Del calor serían.

Fer. — No, sino del primer sueño’ [7].

 

Las referencias más antiguas al primer sueño que hemos encontrado pertenecen a Berceo, la primera entre 1230 y 1237:

‘Los monjes que madrugan a los gallos primeros

ayunar no pueden como los tercianeros’ [8].

 

Se indica que quienes madrugan y llevan una vida tan dura no deben practicar un riguroso ayuno [9]. La hora de ‘los primeros gallos’ es la medianoche [10], es decir, después del primer sueño (Fig. 2).

 


Figura 2. Distribución y nomenclatura horaria de la jornada según las épocas y las actividades. (Adaptado de [10].)






 

La segunda de Berceo, entre 1246 y 1252, es:

‘Mañana al sueño primero, la gente dormida,

huye de tus hombres, de toda tu compañía’ [11].

 

En la General Estoria (1270-1284), de Alfonso X el Sabio, traducción/adaptación de la décima epístola ovidiana Ariadna a Teseo, se lee:

‘E yazía yo a aquella ora (e esto podrié seer a los primeros gallos) que nin velava nin yazía espierta; e atal qual estava soñollienta’ (GE2, I, 603) [12].

 

El autor alfonsí incorpora la glosa sobre los primeros gallos, que no está en el original, probablemente por la costumbre de despertar a esa hora, y porque el original dice que había luna.

Del siglo XIV español, su obra más importante, El libro de buen amor (1330-1343), vamos al simbólico combate de don Carnal y doña Cuaresma:

‘Cuando vino la noche, terminada la cena, / como todos tenían la barriga bien llena / se durmieron; pasó de luchar la hora buena. (vv. 1097 a-c) / Hacia la medianoche, en medio de las salas, / vino doña Cuaresma: (…) / Dieron voces los gallos … (vv. 1099 a-c). / Como había el buen hombre demasiado comido, / y … bebido, / se encontraba pesado y muy adormecido; / (vv. 1100 a-c) Todos amodorrados fueron a la pelea’ (vv. 1101 a) [13].

 

Es notorio que, aunque no se habla de ‘primer sueño’ ni de ‘gallos primeros’, se delimita la escena, desde entre las seis de la tarde y las nueve hasta la medianoche, cuando los sorprende dormidos doña Cuaresma y cantaron los primeros gallos. Comienza la pelea contra don Carnal durante la vigilia. El Arcipreste dice que pasó la hora buena de luchar porque habían dormido bajo los efectos del alcohol y no estaban preparados para la pelea.

La próxima cita proviene de El Corbacho (1438):

‘y al primer sueño salió por la ventana y comenzó a decender por la torre abajo’ (cap. XVII) [14].

 

El pasaje es explícito y su autor da este hecho por verídico mencionando el nombre, rango y delito del hombre que así escapaba de su prisión para ir a acostarse con su amante.

Otra mención del primer sueño la encontramos en la notable tragicomedia La Celestina (1499), acto XVII:

‘Los otros de verme yr con la luna de noche a dar agua a mis cauallos (…) y esto antes de las diez, sospechan mal … . Sí, que no estaua Calisto loco, que a tal hora auía de yr a negocio de tanta affrenta, sin esperar que repose la gente, que descansen todos en el dulçor del primer sueño’ [15].

 

Se niega que Calisto hubiese ido antes de las diez de la noche a ver a su amada exponiéndose a ser visto, pero, además, sin dejar a todos descansar el placentero primer sueño. Efectivamente, los amantes se encontraban entre las dos y las tres de la madrugada (acto XIV). Esta vigilia después del primer sueño coincide en horario y actividad con lo descrito por Ekirch y en Lope [6].

De Los Coloquios de Palatino y Pinciano (1553), de Juan Arce de Otálora, extraigo el siguiente pasaje:

‘Pinciano— El buen dormir ha de ser sobre el lado derecho el primer sueño, por que baje el manjar a la boca del estómago…’ (II, XI, 873).

 

Y un segundo:

‘Palatino— Como me quebraron el sueño primero y no vía luz, toda la noche he estado desasosegado, dormitando sin dormir ni estar despierto’ (II, XVI, 1357) [16].

 

La primera de las citas hace referencia a los consejos de Avicena sobre cómo dormir, que ya habían sido tratados y traducidos por Lobera de Ávila [17].

Curiosamente, o quizás no tanto, no he encontrado referencias al sueño segmentado en la literatura española del siglo xviii. No creo que esto pueda atribuirse a un cambio de hábito en el sueño nocturno durante la Revolución industrial y el Iluminismo, como a una búsqueda insuficientemente puntillosa, aunque no haber hallado un solo ejemplo entre las obras de una docena de los más renombrados autores dieciochescos es raro, sobre todo porque la suerte volvió a acompañarme en la decimonónica recorrida. 

En sendas estrofas, los poetas románticos Nicomedes Pastor Díaz (La sirena del norte, 1840): ‘Eran sólo infelices pescadores / Los que su canto oían; / Del puerto los tranquilos moradores / Del primer sueño en la quietud yacían …’ [18] y Juan Arolas (Fernán Ruiz de Castro, 1840): ‘Su primer sueño dormía / con un tierno infante al lado / sin zozobra ni cuidado / la inocente Estefanía’, asocian al primer sueño iguales características, profundidad y tranquilidad [19].

Ekirch sostiene que el primer sueño cumplía una función reparadora después de una jornada laboral intensa y que, tras éste, las personas se sentían con fuerza y ánimo para intercalar alguna actividad. Precisamente, en La Celestina (acto XIV), un criado describe que a esa hora ‘suelen leuantarse los ricos, los cobdiciosos de temporales bienes, los deuotos de templos, monesterios e yglesias, los enamorados como nuestro amo, los trabajadores de los campos e labranças, e los pastores que en este tiempo traen las ouejas a estos apriscos a ordeñar…’ [15].

El sueño normal progresa desde la vigilia al sueño profundo en la primera hora alternando luego ciclos de sueño no REM y REM cada 60-90 minutos a lo largo de toda la noche. El hipnograma de la figura 3 muestra que el 50% de las primeras cuatro horas está ocupado por sueño profundo (N3). En la segunda mitad del dormir, en cambio, predomina el sueño N2 y REM, durante el cual se tienen ensoñaciones. Aún no se ha determinado la completa relevancia biológica y clínica de esta variación ultradiana en la profundidad del sueño [20,21].

 


Figura 3. Estadios del sueño. Izquierda, patrón electroencefalográfico según cada estadio. Derecha, hipnograma que correlaciona la duración de cada estadio con la profundidad. REM: sueño de movimientos oculares rápidos. (Tomado de [20].)






 

Un estudio en humanos mostró que la prolongación artificial de las horas de oscuridad completa (a 14 horas) durante cuatro semanas prolongó el sueño de manera significativa y provocó la aparición de un ciclo bifásico con una vigilia intermedia de una a tres horas [1]. Esto se parece más a lo que naturalmente vivían las personas antes de que la potente iluminación artificial convirtiera la noche en día. Asimismo, el cambio en las condiciones lumínicas puede ser la causa de la desaparición del sueño bimodal, al menos en la vida urbana [21]. La importancia vital del sueño y su dependencia de factores externos cambiantes, tanto por causas naturales como culturales, hace que sea una función muy adaptable, lo que explica sus variaciones según las condiciones imperantes. Sin embargo, tales adaptaciones se hacen a veces con un costo alto para la salud psicofísica de las personas sometidas a condiciones que alteran la fisiología del sueño. Cervantes, de acuerdo con las ideas médicas de su tiempo [22,23], atribuyó la locura de Quijote al insomnio (parte 1, cap. I), por pasar día y noche leyendo las fantásticas novelas de caballería, y que semejante falta de sueño le había secado el cerebro [22].

El sueño monofásico parece haber evolucionado en nuestros ancestros homínidos desde uno polifásico donde alternaban períodos cortos de sueño-vigilia para disminuir su vulnerabilidad a los predadores de la sabana, y el mejoramiento en la seguridad del grupo (vigilancia, cueva, fuego, etc.) permitió que aumentaran las horas de sueño nocturno [21,24]. Un estudio reciente encontró que la población de Amberes del siglo XVIII dormía menos que lo esperado, de manera monofásica y sin siesta, lo cual llevó a cuestionar la hipótesis bifásica como modo natural predeterminado de sueño del sapiens [3]. Se cita en tal sentido el hallazgo de ese mismo patrón en poblaciones de cazadores-recolectores que aún viven sin electricidad en Tanzania, Kalahari, Bolivia y Argentina. Su autor intentó explicar la discordancia asumiendo que el sueño bimodal pudo haber ocurrido en la Edad Media y el Renacimiento, pero que llegó a ser marginal en el núcleo urbanizado e iluminado del noroeste de Europa para el siglo xviii. Como vemos, hay evidencia a favor de ambas hipótesis, bifásica y monofásica. ¿Por qué no pensar que una y otra pueden ser normales según las circunstancias?

Es evidente que para Cervantes el sueño bifásico era natural, normal y usual para todos, al menos en la vida rural del s. xvii donde está ambientada su obra. Lo que no era normal, en todo caso, era el dormir del escudero, al que Quijote le aconseja: ‘Sea moderado tu sueño; que el que no madruga con el sol no goza del día…’ (2, XLII), y dos veces le recrimina haber nacido para dormir (1, XX, y 2, LXVIII). En distintos pasajes se confrontan los hábitos hípnicos de cada personaje, el poco dormir de Quijote y el mucho de Sancho, con largas siestas de cuatro o cinco horas en verano (2, XXXII), con ronquidos incluidos (2, XX). Por otra parte, que el ‘primer sueño’ y la posterior vigilia fueran un hábito tan uniformemente referido en la literatura implica que no era un sueño patológico, sino adaptativo y adaptado a condiciones propias de cierto estilo de vida. A Quijote lo vemos prepararse a escandir coplas bajo la noche y a Sancho a dormir su segundo sueño (2, LXVIII).

No he encontrado referencias al sueño bifásico en textos médicos en español de la Edad Media y del Renacimiento. Contrariamente, en el Vergel de sanidad [17], su autor cita la recomendación de Avicena de acostarse dos o tres horas después de cenar (liviano) ‘y dormir hasta siete u ocho horas como se tuviere por costumbre’ (cap. VIII, p. 63).

Cabe agregar que el sueño bifásico no es sólo cosa del pasado, cuando la noche se dividía, según los usos profanos o los sacros, como vemos en la figura 2. En los monasterios de clausura se sigue practicando. Un estudio con monjes y monjas usando actigrafía y termosensores informó de estos horarios: se retiraban 19:30, se levantaban a las 00:00 (a maitines o primeros gallos), y entre las 02:30 y las 03:30 hacían el segundo sueño hasta las 06:45. Aunque disponían de alarmas, un aumento de la temperatura corporal registrado 90 minutos antes de los despertares indicaba que habían adquirido un ritmo circadiano adaptado a sus hábitos de sueño/vigilia particulares [25]. Los autores concluyeron que este patrón era semejante al sueño bifásico y al ritmo de los voluntarios sanos transferidos a un fotoperíodo corto [1], y que proporcionaba una mirada viva al patrón de sueño de la época medieval.

El sueño segmentado podría ser una forma adaptativa de dormir en personas mayores sin exigencias de la vida laboral, que se despiertan a la una o las dos de la madrugada y hasta que vuelven a dormirse viven esa vigilia como insomnio [21]. Parece prudente que los médicos reflexionemos sobre estos aspectos antes de recetar un ansiolítico o un hipnótico.
 

Conclusiones


Esta revisión muestra por primera vez en la literatura española referencias al sueño bifásico tal como lo refirió Ekirch en otras lenguas y regiones. De todas las fuentes examinadas, la más elocuente y completa es el Quijote. Las claves ‘primer sueño’ y ‘a los primeros gallos’ permitieron encontrar claros ejemplos en la literatura española de los siglos xiii al xix. El reciente hallazgo de sueño monofásico en una comunidad urbana de Bélgica del siglo xviii reabrió el debate sobre su uniformidad. Sin embargo, además de las evidencias literarias, hay estudios clínicos que demuestran la fragmentación adaptativa del sueño bajo condiciones que modifican natural o artificialmente el ambiente para dormir, dando sustento fisiológico al patrón bifásico. Cervantes fue más allá de lo anecdótico en su narrativa y supo enmarcar el sueño dentro del saber médico de su tiempo en tipologías que siguen teniendo vigencia.

 

Bibliografía
 


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Don Quixote de la Mancha and the description of biphasic sleep in Spanish literature


Introduction. Biphasic or segmented sleep is the habit of sleeping a first and a second sleep separated by a watching. The historian A Ekirch found that this was how people slept in pre-industrial times before the powerful artificial lighting. He is based on texts in different languages, from Antiquity to the 20th century, but the absence of sources in Spanish is striking.

Aim. Review the Spanish literature searching references of the biphasic sleep using the keywords ‘first sleep’ and ‘at the first cockcrow’.

Development. In the Second Part of Don Quixote de la Mancha (Chapter 68), Cervantes describes biphasic sleep with remarkable success, correlating the biotypes of Quixote and Sancho with their temperaments and sleeping and eating habits. Strangely, Ekirch cites the chapter, but not biphasic sleep. In this review I reproduce eleven texts in Spanish (13th to 19th centuries), mostly classical works, which refer to it by arranging its phases in a way that coincides with the hours in which the night was divided in the pre-industrial era: 20:00-21:00 to 00:00, first sleep, 00:00 to 03:00, wakefulness; 03:00 to 06:00, second sleep. La Celestina provides significant data too. Recent studies proved that this habit is physiological, and it adapts to the lifestyle that requires it.

Conclusions. References to biphasic sleep in Spanish literature are identified and cited for the first time, confirming Ekirch’s hypothesis. In Don Quixote, Cervantes describes it with great breadth and sharpness.

Key words. Biphasic sleep. Don Quixote. First sleep. Preindustrial era. Segmented sleep. Spanish literature.
 

 

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